Estrella de Diego, durante la entrevista. Jordi Alemany

«Las subvenciones al arte antes se llamaban Carlos IV o Médici»

Estrella de Diego | Catedrática y académica de Bellas Artes ·

Defensora de un arte que haga reflexionar y al mismo tiempo dé placer a quien se aproxima a él, advierte del cansancio que ha ocasionado la provocación y asegura que lo más divertido de la Historia es que hay que «revisarla continuamente»

Sábado, 19 de agosto 2023, 18:22

Estrella de Diego (Madrid, 1958) es catedrática de Arte Contemporáneo en la Universidad Complutense, miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, está en posesión de la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes y ha publicado multitud de ... estudios además de haber ejercido de comisaria en importantes exposiciones. Ha trabajado sobre todo en asuntos relativos al arte latinoamericano así como en el papel de las mujeres y el de otros grupos que han tenido poco protagonismo en la Historia porque una mirada eurocentrista y masculina los dejaba fuera de foco. Pero ahora hay un cambio de paradigma y por fin están saliendo a la luz trabajos largo tiempo ocultos o relegados. Sobre eso y la permanente polémica acerca del 'arte subvencionado' habla en esta entrevista.

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- Hace más de veinte años, el sector audiovisual de EE UU detectó que había mercados emergentes para productos dirigidos a personas de raza negra o de origen oriental. ¿Pasa algo parecido en el arte contemporáneo?

- Hay un claro cambio de paradigma. Estados Unidos es un país muy multicultural en el que sin embargo ha habido exclusiones. Ahora se están incorporando al mercado artistas no tan cotizados hasta este momento. Son revisiones del pasado que no solo se dan allí. Aquí ha pasado con Juan de Pareja, que llevaba en el Prado toda la vida... No me gusta hablar de modas, pero sí de algo parecido a olas que llegan.

- Lo preguntaba porque en algún certamen artístico ya se ha destacado que el sector más emergente es el de los creadores de raza negra.

- No tengo datos sobre eso, pero sí hay algunos indicadores. Cuando Obama llegó a la Casa Blanca los retratos suyo y de su esposa los hizo un artista afrodescendiente.

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- ¿Hasta qué punto la demanda está influyendo? Porque también parece que hay un grupo creciente de compradores de arte que no son de piel blanca y se interesan por esos creadores.

- Está pasando cada vez más, pero en EE UU no es un fenómeno nuevo. Yo diría que desde hace al menos medio siglo hay grupos de compradores chinoamericanos, coreanos, vietnamitas, etc. Y eso se nota.

- Ya se está reconociendo que la influencia artística no fue solo de Europa hacia otros territorios sino también al contrario. ¿Cómo se pensó tanto tiempo que eso no había sucedido?

- Las contaminaciones son siempre mutuas. Mire lo que nos pasa a nosotros. Vivimos en un país afortunadamente muy contaminado. Pero hasta ahora no se aceptaba con tanta claridad. Además, es tan ignorante ver a Europa como un todo como ver a África de la misma manera. Con las redes sociales nos quedamos sin matices justo en el momento en que hay más diversidad. Otra cosa es que hay culturas más dominantes.

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Figuras ocultas

«Una mirada eurocentrista y masculina ha dejado a muchos artistas fuera»

- En otros ámbitos se ha reconocido esa doble influencia sin problema. Nadie dudó de que los escritores del 'boom' latinoamericano cambiaron la forma de escribir en España.

- Quizá porque no ha habido en el arte contemporáneo un fenómeno tan nombrado y manufacturado como ese. Todo ha sido más plural y menos definido. Hay un cuadro, 'La hija del virrey', que me parece significativo a este respecto. En él se ve a la protagonista acompañada de una india. Y se muestra lo que aporta a cada una la cultura de la otra. Me gustaría verla junto a 'Las Meninas', porque sin duda esta es una mujer mucho más sofisticada que, por ejemplo, ha probado el chocolate.

Mujeres en la escuela

- No solo pasó en la literatura. Los compositores que coincidieron en París hace un siglo aprendieron percusión con Villa-Lobos y él se llevó a Bach...

- En ese ámbito quizá el arte era más canónico. Diego Rivera estuvo en España y es interesante saber qué se llevó y qué dejó. Además de la técnica, hay otras contaminaciones. Es algo que no hemos estudiado con atención: el viaje que hicieron artistas que pasaron por la Academia, lo que vieron y lo que transmitieron. Lo divertido de la Historia es que hay que revisarla continuamente.

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- ¿Y las mujeres? Hace menos de dos años un pequeño cuadro de Frida Kahlo se subastó por 35 millones de dólares convirtiéndose en la pintura latinoamericana más cara. Y apenas despertó atención en los medios.

- Igual que lo que sucedió cuando se quemó el maravilloso Museo de Ciencias Naturales de Rio de Janeiro. Se perdieron para siempre piezas únicas, y nadie habló de eso. Luego se quemó Notre Dame, que se puede restaurar, y estuvimos con el tema muchos días. En el arte, en la producción, en los nombres, hay jerarquías. Quizá ahora lo de Kahlo tendría más eco... pero de momento es mujer y latina.

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- ¿Hay mucho arte creado por mujeres oculto o incluso firmado con un nombre de varón?

- No creo que suceda solo con el arte producido por mujeres. Hay que reasignar mucha producción artística. Fuera del paradigma hay muchas cosas interesantes, numerosos cuadros mal atribuidos... Mire, la primera mujer que entró en la Royal Academy de Londres lo hizo porque los dibujos que presentó para optar a una plaza iban firmados con 'L. Hetford', y todos pensaron que era un hombre. Cuando se enteraron de que era 'Laura', ya estaba admitida. Esas exclusiones no han afectado solo a las mujeres. El paradigma con el que vemos el mundo ha sido ese durante mucho tiempo.

- ¿Qué acontecimiento de la Historia del Arte puede ser equivalente en importancia a esa primera admisión de una mujer en una escuela?

- Fue muy importante desde el punto de vista simbólico, pero tuvo gran relevancia también por el hecho de que poco a poco esas mujeres aprendieron a pintar. En esos años, las mujeres no podían ir a un estudio masculino, y si de alguna forma lo hacían, cuando salían eran demasiado viejas para casarse, como decían algunos malévolamente.

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Nuevos nombres

«Más allá del paradigma hay muchas cosas muy interesantes, obras por atribuir...»

- Una mujer no podía acceder a una clase en la que estuvieran pintando un desnudo masculino. ¿Hasta qué punto esa prohibición se debía solo a una cuestión de la moral de la época?

- Las mujeres no podían pintar desnudos en general, ni de hombres ni de mujeres. Tenían un estatus de pudor más alto. Pero no pasaba en todas partes. En Finlandia entraron mucho antes a esas clases. Entonces no se podía separar moral y arte. Y es importante pintar desnudos porque si las mujeres no podían reflejar figuras humanas no podían dedicarse a la pintura histórica, que era la más apreciada. Además, para hacer esos cuadros tenían que disponer de un estudio para trabajar en grandes lienzos. Eso causó que las mujeres se dedicaran solo a ciertos tipos de pintura.

- ¿Como cuáles?

- Por ejemplo, bodegones. Pero hay más. Al entrar en la academias, las mujeres empezaron a relacionarse con otros artistas. Y luego están las copistas. En el Prado hay un gran archivo con obras de mujeres copistas.

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Provocaciones

- Vengamos a la actualidad. ¿A cuánto cotiza hoy la provocación en el arte?

- No sé si ya cotiza tanto. En general, somos una sociedad bastante biempensante. Somos muy políticamente correctos y estamos bien encarrilados. Se ha provocado todo lo que se podía y ya estamos curados de espanto. Sin olvidar que cuando se van cumpliendo años también te cansas de la provocación. Por eso el contexto artístico está bastante tranquilo.

- O sea que ya no se podía provocar mucho más.

- Es que se convirtió también en un statu quo. Lo que pasaba en los noventa hoy no pasa. El interés es ahora más social, ligado a la hospitalidad, la convivencia... Hoy un artista con una calavera de brillantes no sería popular.

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- ¿Y la belleza? El arte dejó de buscarla hace tiempo, pero parece algo innato a los humanos.

- La belleza puede cambiar con los tiempos, pero sigo pensando en el placer que da el arte y eso está unido a la belleza. Me gusta que el arte me haga reflexionar y me dé placer. Una escultura de Cristina Iglesias, por ejemplo, lo hace. Me gustan las cosas que apelan al placer visual.

Mujeres relegadas

«La primera mujer que entró en una escuela firmó su solicitud con inicial y la creyeron hombre»

- En el cine, en la literatura, en la música, hay productos de alta cultura y otros de consumo, con una franja intermedia. ¿Sucede algo así en las artes plásticas?

- Quizá no de una forma tan clara. Hay un arte altamente intelectualizado que se dirige a las personas de un grupo en concreto, y luego otro que puede gustar a un público más amplio. Pero no sé si hay un arte con una vocación tan general como la del cine y la literatura, que tienen mucho más público.

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- ¿Warhol sería un creador de arte de consumo?

- Jugaba a ser un artista de consumo, pero no tanto por el producto como por la manera de moverlo en el mercado. Y Damien Hirst o Roy Lichtenstein también juegan al arte de consumo, pero hay en ellos un lado oscuro. Incluso la obra de Frida Kahlo, de la que antes hablábamos, hay gente a la que le parece arte de consumo.

- ¿La creación artística podría existir sin las subvenciones?

- Algunos artistas sí y otros no. Pero como pasa con los escritores o los músicos. El tema es hasta qué punto si te financian tratas de gustar a tus mecenas. Algo que por otra parte también podemos preguntárnoslo a propósito de Leonardo. Con el dinero público, quizá todo sea más justo y transparente, pero es cierto que las cosas se complican en cuanto al procedimiento.

- Es decir, terminan conduciendo la producción hacia un segmento más comercial.

- Subvenciones ha habido siempre. Ahora ya no hay un señor que cree en ti y te financia, o lo hay en menor medida. Las subvenciones antes se llamaban Carlos IV o Médici. Ahora tienen menos glamur, eso sí. ¿Más comerciales? No necesariamente. Hay artistas muy bien cotizados y no son de consumo.

- Hace muchos años, Umberto Eco hablaba del 'fetichismo del original' para defender el buen uso de las copias de las grandes obras para contemplarlas en mejores condiciones. Y ponía como ejemplo 'La Gioconda'.

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- Creo que son experiencias diferentes. Es cierto que 'La Gioconda' habitualmente la ves de lejos, tras un cristal y con centenares de turistas delante. O la Capilla Sixtina, en la que es imposible ver la pintura con el detalle que te ofrece la ampliación de una imagen en un ordenador. La pandemia nos hizo reflexionar sobre lo rápido que perdemos algunas cosas. Recuerdo que cuando se reabrió el Prado vi a una señora llorar ante 'Las Meninas'.

Modas pasajeras

«En el arte se ha provocado tanto que ya estamos curados de espanto»

- Por hacer de abogado del diablo: a veces la experiencia de la reproducción evita inconvenientes del original. Esa ópera en Bluray en la que se ve muy bien la cara de los intérpretes y no se aguantan las toses de nadie...

- Sin duda. Lo disfruto mucho en casa pero la imperfección es lo que conforma la vida de verdad, y esa puede saltar en la ópera en vivo, no en el disco o el vídeo, cuya grabación se ha repetido hasta que han quedado perfectos. El original tiene la emoción de lo que puede salir mal: de la nota que se le escapa al pianista o esa persona que se cruza cuando estás embelesado ante una pintura.

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