Hemingway, con varios milicianos republicanos en el frene de Aragón, en diciembre de 1937. EL NORTE

Así sonaban en el extranjero las bombas de la Guerra Civil

Una exposición en la Casa Revilla de Valladolid reúne una veintena de crónicas que afamados reporteros enviaban a los medios de sus países desde la trinchera española

Víctor Vela

Valladolid

Viernes, 22 de julio 2022, 00:31

De momento, la bandera oficial es la tricolor y el himno de España, el de Riego», decía Francisco Franco apenas unos días después del 18 de julio de 1936. Luego, ahí está la Historia, cambiaría de opinión. Pero entonces, aquel 8 de agosto, y en ... el palacio de Yanduri, en Sevilla, el futuro dictador le contaba esto a Félix Correia, un periodista portugués que, cuando la Guerra Civil aún no copaba titulares en la prensa internacional, se interesó por esos trágicos sucesos que se vivían en el país vecino. La de Correia fue una de las primeras entrevistas de un medio extranjero a Franco, alcanzó gran repercusión internacional y consolidó la cobertura que reporteros y medios de otros países desplegaron en la Guerra Civil española. Muchas de esas crónicas pueden leerse en la exposición que, hasta el 28 de agosto, acoge la Casa Revilla de Valladolid.

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La muestra, coproducida por el Instituto Cervantes y la Fundación Pablo Iglesias, recuerda las palabras que escritores como Ernest Hemingway, George Orwell, Antoine de Saint-Exupéry o John Dos Passos escribieron sobre una contienda que vivieron de forma apasionada, comprometida, descreída a veces. «A través de estas crónicas y de las biografías de sus autores, se pretende ilustrar lo que, en palabras de Hugh Thomas, fue la 'edad de oro' de los corresponsales en el extranjero», explica Carlos García Santa Cecilia, comisario de una exposición que permite conocer lo que afamados reporteros escribieron sobre la matanza de Badajoz, el bombardeo de Guernica o la batalla de Teruel.

George Orwell New English Weekly, 29 de julio/2 de septiembre 1937

«Probablemente, la guerra española ha producido mayor cosecha de mentiras que ningún otro acontecimiento desde la Gran Guerra de 1914-1918»

Su nombre real era Eric Arthur Blair, pero ya utilizaba el seudónimo que le encumbraría como escritor de culto (George Orwell), en un artículo publicado en el verano de 1937 y que sería el germen de su libro 'Homenaje a Cataluña'. Llegó a Barcelona en diciembre de 1936. En la maleta traía una «rotunda y valiente denuncia del estalinismo y de los regímenes totalitarios que cristalizó en obras como 'Rebelión en la granja' y '1984'». Durante la guerra, se unió al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), y en la exposición puede verse una fotografía del escritor, en formación, preparado para partir hacia el frente de Aragón (donde estuvo entre enero y abril de 1937). A su regreso a a Barcelona, una bala perdida le atravesó el cuello y le dejó una cuerda vocal inutilizada.

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Virginia Cowles The New York Times Magazine, 10 de abril 1938

«Para los hombres y mujeres cuyas familias han sido dispersadas o han resultado muertas, cuyas casas y pueblos se han convertido en ruinas, la paz -sin importar a qué precio- será la única victoria real»

Tenía tan solo 26 años cuando estalló la contienda y, cansada de juntar letras para la prensa más frívola de EE UU (escribía, por ejemplo, pies de fotos y artículos de viajes para 'Harper's Bazaar'), Virginia Cowles decidió «buscar su oportunidad»en España. La escritora Josephine Herbst alimentó la leyenda de que Cowles llegó, a finales de marzo de 1937, «enjoyada y con zapatos de tacón». Aterrizó en Valencia, en un avión desde Toulouse con escala en Barcelona.Pocos días después, pisaba Madrid. Se instaló en el Hotel Florida de la plaza de Callao, el cuartel general de los plumillas y fotógrafos extranjeros. «El dueño me brindó una calurosa bienvenida y me llevó a un gran salón de la cuarta planta. Me aseguró que había escogido un lugar seguro para que me quedara, ya que el hotel no era objetivo militar y que si caía una bomba en mi habitación sería por equivocación. El dueño era un español bajito, regordete y escrupuloso.(...) El día en que por fin ocurrió la equivocación y cayó una bomba en el segundo piso, él siguió sumando y dividiendo como si nada hubiera pasado», escribió. Su propósito era internarse en las dos zonas y escribir un relato sobre la vida cotidiana en ambos bandos. Lo hizo con una «visión fresca y original, desideologizada», cuenta García Santa Cecilia. No cubría la información diaria, sino que explotaba el puro reportaje de ambiente, el lado humano de la noticia. «Escribía sobre las cosas que había visto y oído, pero no intentaba interpretarlas», aseguraba.

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Louis Delaprée Paris-Soir, 30 de noviembre de 1936

«Con un cielo sin nubes, los combates continúan»

«No enviaré nada más. No merece la pena», decía Louis Delaprée en la carta que, poco antes de morir, escribió a la redacción de 'Paris-Soir', el diario de mayor difusión en Francia. Delaprée se quejaba de que la mitad de sus artículos no habían sido publicados y que el periódico prefería «un suspiro de Mrs. Simpson» antes que «la masacra de cientos de niños españoles». El reportero francés, («ejemplo de la lucha contra los límites que quiere imponer el periódico», se dice en la muestra) falleció tan solo unas horas después de enviar este mensaje a la redacción. Dejaba España. Volvía a Francia. Era el 8 de diciembre de 1936. El avión en el que viajaba rumbo a Toulouse fue derribado por un caza republicano cerca de Guadalajara. Delaprée falleció. «No es fácil saber el número de corresponsales muertos en la guerra de España. Algunas fuentes hablan de una docena, pero es muy posible que fueran más», explica el comisario de la muestra.

Ksawery Pruszynski, Wiadomosci Literackie, 13 de diciembre de 1936

«El rascacielos más alto de la Gran Vía es el edificio central de Telefónica, punto de encuentro de nuestros 'rendez-vous' periodísticos. Las puertas de cristal están rotas. Nuevos estragos del bombardeo de la tarde».

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Considerado como uno de los principales periodistas polacos del siglo XX, fue un «testigo excepcional» de la resistencia de Madrid, ciudad a la que llegó (después de recorrer Barcelona, Valencia y Almería)como enviado especial para una revista de su país, de tendencia liberal. Sin hablar apenas español.Después de contar la guerra en España, luchó en la IIGuerra Mundial con el Ejército de su país. Reunió las crónicas que escribió entre 1936 y 1937 en un libro titulado 'En la España roja'. Los artículos de Pruszynski han sido descritos como «equilibrados, objetivos, ligeramente moralistas, pero muy pendientes siempre del lado humano de la noticia», aunque en su época, lectores polacos le acusaron «de dar una buena imagen de los comunistas».

John Dos Passos, Ksawery Pruszynski, Martha Gellhorn, Jay Allen, George Orwell y Virginia Cowles. EL NORTE

John Dos Passos, Esquire, enero de 1938

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«Me despierto de repente con la garganta seca. Aún no es de día (...). Me siento en la cama. Otra vez está allí el chillido estrepitoso y acelerado, el estruendo crujiente, el estallido de los cristales».

Su visión de la guerra quedó impresa en la revista 'Esquire', aunque no paró mucho por España. El autor de 'Manhattan Transfer' llegó para realizar un documental, buscó infructuosamente a su amigo José Robles (traductor de su obra), discutió con Hemingway, se paseó por el Madrid sitiado y se marchó pronto, asqueado de un conflicto al que no encontraba sentido. «El bombardeo ha disminuido un poco y vuelvo a la cama a dormir una hora más», escribía en la frase final del reportaje que puede verse en la exposición.

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Ernst Hemingway, The New Republic

«Con temperaturas muy bajas, un viento que hacía la supervivencia una tortura y ventiscas intermitentes, el ejército de Levante (...)había lanzado una ofensiva que estaba obligando al enemigo a pelear en Teruel».

Después de una temporada de juventud en los años 20, Hemingway regresó a España en marzo de 1937 como enviado especial de la North American Newspaper Alliance (NANA), una plataforma de sesenta grandes periódicos de EEUU que le contrató «con unas inmejorables condiciones» para que enviara sus reportajes desde la trinchera. Visitó el país en varios momentos y la huella de la contienda se puede seguir en varias de sus obras.

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Martha Gellhorn, Collier's, 17 de julio de 1937

«Al principio, los obuses pasaban por encima:podías oír el ruido que hacían al salir de los cañones de los fascistas, una especie de tos rota, y luego oírlos aletear hacia ti»

Nació en San Luis, Misuri, en 1908, y cuando falleció, a los 89 años, lo hizo como una de las grandes corresponsales de guerra del siglo XX. Escribió para la revista 'Collier's' reportajes sobre la vida cotidiana durante la guerra, el sufrimiento de los más desfavorecidos o las vivencias de los soldados rasos. Bajo los bombardeos, en el hotel Florida, mantuvo una relación con Hemingway –a quien conoció en Cayo Hueso, en las navidades de 1936– y se convirtió después (entre 1940 y 1945)en su tercera esposa. Sus escritos no solo tenían el pulso del día a día, sino un compromiso forjado desde su infancia. Su madre era una sufragista que llevaba a la niña a manifestaciones y protestas. Su padre le sacó de un colegio religioso porque las monjas enseñaban anatomía femenina con un libro en el que las imágenes estaban tapadas. Amiga íntima de Eleanor Roosevelt, mantuvo siempre su compromiso con la libertad y la democracia.

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Jay Allen, Chicago Tribune, 30 de agosto de 1936

«Esta es la historia más dolorosa sobre la que he tenido que escribir. La escribo a las cuatro de la madrugada, enfermo en cuerpo y alma, en el apestoso patio de la Pensión Central»

Está considerado, «tal vez, como el el corresponsal extranjero mejor informado de España». En 1934, con 30 años y su título de Harvard, viajó a España para estudiar el impacto de la reforma agraria en Extremadura y Andalucía, pero cruzó España rumbo al norte cuando tuvo noticia de la revolución en Asturias. Hablaba español. Su crónica sobre Badajoz (puede leerse en la Casa Revilla), con la imagen del sol abrasador, la sangre y la plaza de toros, llamó la atención del mundo sobre la Guerra Civil española.

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