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Un llanero solitario que en lugar de pistolas llega a una aldea perdida de la Raya (frontera galaico-lusa) de principios del siglo XX armado con tizas y pizarras para educar a los 'nenos'. ¿Un western gallego? Pues sí. Pero también una propuesta gótica con ... arranque de carruaje de caballos camino de la Transilvania de Bram Stoker.
Esto y mucho más pretende ser 'O corpo aberto' ('El cuerpo abierto'), el estreno en la ficción de la hasta ahora documentalista asturiana afincada en Galicia Ángeles Huerta. La idea parte de un relato corto del escritor de aquellas tierras Xosé Luis Méndez Ferrín. Pero solo fue un punto de partida. «Hicimos como 15 versiones del original que tiene 20 páginas», aclara Huerta.
A la novel realizadora le atrapó desde el principio su carácter «claramente cinematográfico». Arrancó así un proyecto que ha necesitado un lustro para ser realidad. Una apuesta decidida y valiente desde la periferia fílmica peninsular gracias a la suma de productores gallegos, catalanes y portugueses.
El protagonista de esta historia Tamar Novas ('La lengua de las mariposas', 'Mar adentro' -Goya actor revelación-) ofrece un despliegue de poderío físico para su tránsito desde la racionalidad a la pérdida del control tras verse atrapado por lo ancestral, telúrico y hasta demoníaco de la vida en los lugares ignotos de las fronteras, dejadas de la mano de (algún) dios. O demonio.
La directora se fijó en su rotundo físico para el papel. «Es un orgullo enorme que pensaran en mi. En cuanto lo leí dije '¡quiero hacer esto!'».
No estaba tan claro el papel de María Vázquez ('Mataharis', 'Quien a hierro mata'), a pesar de que encarna el personaje ambiguo, andrógino y alienado de Obdulia, el cuerpo que quiere abrirse a lo prohibido. «Llegué la última al reparto. Mi físico no parecía una opción tan clara. No contaba con hacerlo», admite la ya veterana actriz viguesa. «Es que ella tenía que hacer de ese cuerpo abierto que viaja hacia lo masculino -reflexiona Huerta-. Buscaba algo tal vez más andrógino».
Los ajustes presupuestarios no han impedido que el elenco de 'O corpo aberto' haya hecho un gran trabajo previo para dar forma a cada personaje. La presencia de productores que también dirigen, como Jorge Coira, han hecho más fácil ese margen de maniobra. «Me ha impresionado mucho la forma de trabajar -insiste Novas- por el espacio, el tiempo y el peso de lo físico, con mucho margen para el ensayo-error».
La plasticidad brumosa de esta cinta, rodada en la Serra de Xurés (una reserva de la biosfera transfronteriza entre Ourense y Portugal) es un personaje más. Recuerda, por qué no, el tono romántico de 'Remando al viento', la pieza que otro asturiano, Gonzalo Suárez rodó hace 35 años.
La música de Mercedes Peón, renovadora internacional del folk galaico, ponen otra piedra en el edificio de la Galicia dispuesta a comerse el mundo desde la esquina noroeste del mapa. De ella dice la directora que «ha hecho con la música lo que nosotros queremos hacer con la película: pasar de la tradición a propuestas rompedoras. ¿No han venido detrás las Tanxugueiras?».
Ajustar lo pasional con el aire de 'thriller' gótico rural, lleva a Ángeles Huerta a estar particularmente orgullosa de «haber encontrado el tono emocional. Gótico significa romántico y eso es arriesgado. Era tan ridículo quedarse cortos como pasarse».
Hay una muy seria inmersión en la etnografía galaica. Desde los 'follateiros', personajes carnavalescos de Lobios (municipio de rodaje). Hasta los ahorcamientos rituales, forma ancestral de eliminación física por suicidio o rechazo de la tribu.
La aldea de Lobosandaus, universo imaginado, se convierte así en el particular Macondo gallego de este 'O corpo aberto'. Una versión paralela de esa querencia de la Galicia rural por saber a dónde van las almas que se salen del carril. Aunque Ángeles Huerta, doctora en Literatura Comparada antes de ser cineasta, encuentra «más referentes en 'Pedro Páramo' que en Macondo».
La película que participa en la Seminci seleccionada para la Gala RTVE supone el espaldarazo para el cine de la periferia. Ha tardado cinco años en ver la luz de un estreno. La pandemia y el hecho de «levantar una primera película, de género, en gallego y portugués lo hacía todo aún más complicado», reconoce Huerta. Ya puestos, la directora astur-gallega le ha perdido el miedo a la ficción y se apunta a dejar de lado su faceta documental, el género «más bastardo y libérrimo».
Por eso y después de que el 9 de diciembre se estrene 'O corpo aberto' en Filmax, Ángeles ya piensa en el futuro. «Hay cosas», se despide.
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