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La Seminci es uno de los arraigos que los vallisoletanos que viven fuera mantienen con su ciudad natal. Esa semana donde el cine se adueña de Valladolid y de la que los 'seminceros' presumen haya donde van. Bien lo sabe José Luis González. No se ... ha podido resistir a comprar la bolsa de tela de esta edición. Como tampoco ha podido evitar venir otro año más. Ahora vive en Madrid, pero todos los años «se escapa» para ver la transformación que vive la ciudad durante los últimos días de octubre.
Su vinculación con el festival comenzó durante sus años de estudiante de Relaciones Laborales. «Nos escapábamos por la mañana de clase para venir al festival un grupo de amigos y era una semana que no perdonábamos», confiesa. González tiene marcadas todas las casillas en la lista de cosas que hacer al menos una vez en la Seminci. Recuerda cuando hacía cola durante horas a primera hora de la mañana -era habitual que ya hubiera gente de madrugada- para conseguir entradas para las galas en el teatro Calderón. Una de esas estampas que la venta online ha transformado. Él también es de los que ha pataleado el suelo cuando una película no gustaba. «El público aquí siempre ha sido muy exigente», incide.
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Esos recuerdos los ha escuchado más de una vez Gema Gómez, quien acompaña a este vallisoletano a redescubrir la Seminci. Para ella, es la primera vez, al menos de manera física, pues ya se habrá imaginado algo con las memorías que ha escuchado. Los dos han llegado de Madrid dispuestos a vivir una jornada intensiva de cine. Han llegado en coche y el plan ha tomado un giro con un café de la mano. «Estábamos en una cafetería y hemos dicho, por qué no vemos una película, entonces hemos ido a la taquilla para ver si quedaban entradas y tenemos sesión en el Zorrilla», explica Gómez. Van a ver 'The feeling that the time for doing something has passed', y para contradecir el título, a ellos les ha sobrado tiempo para improvisar sobre la marcha.
«Los planes así son los mejores», coinciden. Pero venir a Valladolid esta semana no ha sido una casualidad. «Quería que viera la vidilla que tiene la ciudad. Es una experiencia que tenía que vivir», relata él. «Es un promotor de Valladolid, le gusta mucho promover la ciudad y el festival. Tengo mucha curiosidad por conocer la Seminci, porque en Madrid es más complicado ir a un festival de cine que esté tan abierto a los ciudadanos», añade ella. Este domingo, a las 12:30, ella descubrirá por primera vez qué es la Seminci. Él, con la experiencia por bandera, deliberará si la película es merecedora o no de patalear el suelo.
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