![Vidas que hoy habitan el mundo](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201910/22/media/cortadas/8989898)-kRXG-U90479443024BoG-1248x770@El%20Norte.jpg)
Vidas que hoy habitan el mundo
Tiempo de historia ·
'Transnistra', de Anna Eborn, logra convertir el tiempo detenido de unos jóvenes sin futuro en un hermoso relatoSecciones
Servicios
Destacamos
Tiempo de historia ·
'Transnistra', de Anna Eborn, logra convertir el tiempo detenido de unos jóvenes sin futuro en un hermoso relatoAnte la imposibilidad de ser invisible, Anna Eborn se convierte en un testigo descarado, una especie de animal presente que no juzga ni corrige lo que ve. Solo observa. Frente ella y su cámara vemos a Tolya, a Sasha, a Denis..., adolescentes que pasan el tiempo junto a Tanya, la única chica del grupo. Viven en un paréntesis del mundo, en el Estado inexistente de Transnistria, que decidió proclamarse independiente cuando la Unión Soviética se desmoronó. Pero el suyo es un país de juguete que guarda en su mecanismo medio millón de habitantes; con ejército y moneda, pero sin reconocimiento internacional. Los muchachos y Tanya hablan y juegan ante la cámara de Vernon. Se bañan, fuman, beben, corren riesgos absurdos, flirtean, se enamoran, discuten, recuerdan intentos de suicidio, bromean, se traicionan o se contradicen mientras es el tiempo el que pasa de ellos y sobre ellos hasta que se asoman al incierto y desolador futuro que les espera.
La película de Anna Eborn despliega encantos en diversos niveles. La realidad filmada es capaz de convivir pacíficamente con una opción estética de personalidad creadora que acaricia ínfulas del Dogma, del cinéma Vérité; incluso de la Nouvelle Vague. Llegamos a olvidar en algún instante aislado que contemplamos a una juventud real, atrapada en este mundo tan pagado de sí mismo. Hay coreografía en el seguimiento de la cámara; hay delicadeza y complicidad con el patio de butacas. Su ausencia de porvenir, su desesperanza, además de real y punzante, llega a ser hermosa. ¿Qué futuro espera a estos jóvenes que, por momentos, parecen protagonistas de una cinta de Godard, una atípica Bande à part en una Francia que llamaremos Transnistra, como si fuera el decorado distópico, ruinoso y aislado de una obra rebelde y existencial?
También nos ha sorprendido gratamente el documental, mitad ensayo, mitad video-creación de Minh Quy Tru´o´ng. 'La casa del árbol' transita entre la fabulación y exploracion onírica. Los recuerdos del realizador lo atrapan cuando contempla una casa abandonada en un árbol. A partir de ese instante buscará los detalles que dominan la relación del hombre con su hábitat, ya sea considerándose a sí mismo como ser necesitado de comunidad o como un espíritu. Y para ello no duda en alejarnos todo lo posible espacial y temporalmente a un Marte futuro, donde acaso el hombre en territorio hostil esté más cerca que ningún otro al primitivo que habitó la Tierra hace milenios.
'La casa del árbol' no se ciñe a la constatacion de aquella generación de vietnamitas que vivió en los rincones de la selva, en cuevas y chamizos; es un tratado y un manifiesto que atiende la condición de la casa no solo como hogar y refugio de la parte física del hombre, sino como morada de su espíritu y contenedor proverbial de todos sus recuerdos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.