La vida a golpes: el retrato de tres mujeres mexicanas que se dedican a la lucha libre

El aislado y profundo carácter del entorno que enjaezó su infancia y el marchamo religioso que envuelve la comunidad en la que nació y se crió es el lugar al que el cineasta regresa para ajustar cuentas con su pasado.

Un drama, un trauma que atraviesa la película de principio a fin, la muerte accidental de su sobrina, cose con su hilo fino de melancolía y silencios, dudas y divagaciones, un difícil tránsito por el ensimismamiento en que se nos sumerge de forma tan continuada y profunda que falta el aire y se dilatan los minutos hasta parecer inacabables.

Los malos tratos, el alcoholismo y la drogadicción; unas relaciones paternofiliales complejas, acaso dificultadas por el peso social de la comunidad mormón en un entorno rural y opresivo, sirven no obstante a Angelo Madsen para enfrentarse a su propia biografía y a la relación que mantuvo con su hermana, su padre y su madre antes de someterse al tratamiento que cambiaría su sexo. Todo ello, gracias a conversaciones inconexas que no evitan cierta incomodidad para unos espectadores –entre los que me hallo– que nos sentimos intrusos y alejados del contexto y a la recuperación de una retahíla de secuencias familiares pretéritas, también y a menudo, carentes de significado para el desconcertado patio de butacas.

Paola Calvo y Patrick Jasim firman un poderoso e inspirador documental que esboza un respetuoso retrato de tres mujeres mexicanas, habitantes de Ciudad Juárez, que se dedican a la lucha libre.

Si bien la película hubiera tenido suficiente material con el entorno y los detalles que tejen sus días consagrados a un espectáculo entre titiritero y deportivo, violento y provocador tan arraigado en la cultura mexicana, Paola y Patrick extienden el título de su película, 'Luchadoras', a los retos y dificultades que rodean no solo a las tres mujeres protagonistas sino a la sociedad femenina de Ciudad Juárez.

Sobre todo por la violencia machista que se ha convertido en endémica y que perturba la seguridad de las mujeres de la región dentro y fuera del entorno familiar. Es en este marasmo peligroso y difícil donde las tres luchadoras, Mini Sirenita, Lady Candy y Little Star, logran con su profesión convertirse para el resto de mujeres en ejemplos de coraje, en paradigmas de rebelión y de defensa.

La película advierte también la circunstancia incomprensible de una frontera con Estados Unidos permeable para el trasiego de los productos ensamblados en las factorías mexicanas, con mano de obra más barata, pero inexpugnable para el libre y civilizado movimiento de las personas.