'Kabul, City in the Wind'.

La vida se abre paso

Tiempo de Historia: Aboozar Amini nos muestra la normalidad heroica y silencisa del pueblo afgano

Rafa Vega

Valladolid

Domingo, 20 de octubre 2019, 14:58

Benjamín, el hermano pequeño de Afshin, canturrea a menudo una canción infantil que recuerda insistente «si vas a la guerra, puede que no vuelvas», mientras observa a su hermano cómo retira la nieve del tejado de cemento sobre la casa donde viven, o riega los ... escuálidos árboles frutales que despuntan en la árida y pequeña terraza polvorienta dispuesta entre su vivienda y las infinitas escaleras de hormigón que la conectan con el valle por el que se extiende la ciudad de Kabul. Ambos hermanos forman parte de un elenco real, completado por el conductor de un autocar en serias dificultades para hacer frente a sus deudas, que el cineasta Aboozar Amini nos muestra con serena y contenida delicadeza para desvelar los misterios del día a día, esos que nunca llegan a la apertura de los noticieros, en uno de los lugares más castigados del planeta.

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Los dos hermanos, sin embargo, bien pudieran parecernos unos privilegiados. No solo viven en una zona aseada, aunque paupérrima, sino que tienen acceso a una educación y a una alimentación básicas. No en vano, su padre fue policía antes de que decidiera emigrar tras resultar herido en un atentado terrorista que acabó con la vida de varios de sus compañeros. El miedo del padre de Afshin ya ha germinado en él. Mientras cuida de su hermano o realiza las compras para evitar que su madre deba exponerse en lugares públicos y, por tanto, peligrosos, sueña e imagina desgracias y explosiones. Un miedo que en el caso del conductor de autocar ha dado paso a la estóica aceptación de que con una esperanza de vida limitada uno ha de procurar, sobre todo, no caer en desgracia, cosa que no siempre es fácil cuando la carencia y la desesperación acechan en un mundo totalmente desmoronado.

Aboozar Amini, un afgano que logró criarse desde pequeño en los Países Bajos, añade al compromiso con su tierra natal una estética eficaz para transmitir a occidente este mensaje capaz de anular prejuicios inconsistentes, como el de que el terrorismo islamista es incubado por el choque de culturas y civilizaciones. Nada más lejos de la realidad cuando a través de su mirada podemos contemplar el sinfín de semejanzas que nos vinculan vitalmente a los dos pequeños hermanos, a su padre, víctima del terror, o a la familia abnegada del pobre y desafortunado conductor de autocar, incapaz de hacer las cosas bien.

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