El útero cósmico

Para entender bien el alcance de esa imagen nada mejor que el documental que pasó el sábado por la Seminci, 'En la frontera de lo desconocido', de Gonzalo Gurrea Ysasi. La imagen es la culminación de predicciones teóricas que nacieron cien años atrás. Algunos de los físicos que intervienen en el documental llevaban toda su vida profesional esperando ese momento, que no es otro que la confirmación experimental de sus teorías. Hay otros hallazgos cercanos y muy importantes en la ciencia: el bosón de Higgs, o las ondas gravitacionales. Pero para fortuna de Gonzalo Gurrea, y de los espectadores de la Seminci, el agujero negro se puede mostrar, como un animal fabuloso capturado en la expedición más remota. Existe porque lo captan las cámaras, unas cámaras de telescopios combinados cuyo visor puede tener el tamaño de nuestro planeta. Al final, ver para creer. Aunque, paradójicamente, el agujero negro es lo que no se ve, pues la luz queda atrapada en su interior y no puede salir al encuentro de los observadores. Allí está, inalcanzable, nimbado de resplandor, como un útero cósmico del que tal vez salimos pero al que no podemos retornar.

La película de Gonzalo Gurrea transmite con intensidad la pasión y el sacrificio de los científicos que están detrás de ese hallazgo. Vidas que dejan en segundo plano el dinero, la pareja o la estabilidad. A alguno se le humedecen los ojos cuando recuerda ese momento único en el que las ecuaciones se acomodaron a la escurridiza realidad. «Sorpresa, miedo, fascinación, belleza, orgullo…» fueron sus sensaciones. Y pronto se ponen a lanzar más desafíos: ¿Habrá agujeros gusano dentro de los agujeros negros? ¿Por qué las partículas elementales tienen una masa determinada? ¿Qué teoría conjuga lo cósmico con lo microscópico? Solo una pregunta les irrita hasta el sarcasmo: ¿Y esto para qué sirve?