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De no ser por película iraní, la tercera jornada de la Seminci parecía estar dedicada a San Valentín. Largos y cortos desplegaron su poliédrica mirada al amor incondicional y al circunstancial, al pasional y al rutinario, al iniciático y al decantado. Robert Guédiguian ... a ritmo de twist, Joachim Trier bajo la fría luz escandinava y envuelto en poesía erótica árabe Leyla Bouzid, presentaron 'Mali Twist', 'La peor persona del mundo' y 'Una historia de amor y deseo'. Cerró al Sección Oficial 'El perdón', la tercera película iraní a concurso y sus autores Behtash Sanaeeha y Maryan Moghaddam helaron la sangre del respetable.
Guédiguian entona el 'mea culpa' del colonialismo francés en 'Mali Twist'. El director que ha rodado los problemas económicos, sociales y culturales de la Marsella portuaria y de aluvión desde la militancia en la izquierda pone la lupa en África. Su última película retrata un país que acaba de lograr su independencia y vive su primer intento socialista al comienzo de los sesenta. Samba es un joven revolucionario de día y bailarín de noche que disfruta con el twist, la nueva forma de imperialismo blanco para sus jefes. Se enamora de Lara, que escapa de un matrimonio concertado.
Guédiguian construye a partir de la historia de amor a lo 'Romeo y Julieta' el retrato de la transformación de los ideales en cuanto entran en contacto con la realidad. Los burócratas del partido son peores que los señores feudales que imponía la tradición. Garantes de la moral desde el abuso del poder, terminan prohibiendo todo sin que las condiciones del pueblo mejoren. Del fallido socialismo, al fanatismo religioso, Lara será testigo de fracaso tras fracaso aunque no pierde la esperanza de que «el cielo se despeje en algún momento». El director de 'Marius y Jeanette' o 'La casa junto al mar', que tiene pendiente una cinta sobre el genocidio armenio, ha iniciado su revisión histórica con esta película.
Desde Oslo
Otra historia de amor y desamor más aséptica es la que cuenta Joachim Trier en 'La peor persona del mundo'.Desde la hipérbole del título nos prepara para empatizar con la protagonista, que más que mala es indecisa. El quinto largo del director noruego se estructura en doce capítulos con prólogo y epílogo. Desde el inicio entrega la narración a Renate Reinsve que ha logrado el premio de Cannes por su interpretación de Julia. Las tribulaciones en el quicio de la treintena están alimentadas por su «imposibilidad de llegar al fondo de las cosas», de su carrera, de sus trabajos, de sus amores. La suerte la acompaña pero no logra aprovecharla. No coinciden en el tiempo sus deseos con los de sus parejas. Cuando ellos quieren hijos, ella no y viceversa. Cuando tiene al interlocutor ideal, ella enmudece, cuando no hay problemas, ella es la problemática.
Trier renuncia al drama, los hechos ocurren dentro del orden occidental, en unos parámetros muy civilizados. Con sus guiños de humor –el cuento del sexo oral en la era metoo, el rodeo puritano para evitar unos cuernos confesándose lo inconfesable–, la película termina afrontando lo único inevitable, lo único que no admite revisión, ni vuelta, ni mejora.
Finalmente Julia encontrará en su trabajo la forma de dejar de ser la peor persona del mundo. Estética agradecida, precisión en la expresión de las emociones –tan contenidas como se espera de los nórdicos, aunque al final Aksel recorra elcuentemente el arco que va del estoicismo a la desesperación–. Aplausos en ambas proyecciones.
Por la tarde, Leyla Bouzid, cuya ópera prima 'As I open my eyes' se estrenó en Punto de Encuentro, vuelve a Valladolid con 'Una historia de amor y deseo'. La directora reúne en La Sorbona, clase de literatura, a Ahmed y Farah, argelino y tunecina. La introspección de él y la audacia de ella les enfrentan. Será la poesía erótica árabe la que les acabe uniendo. Aunque comparten la condición de magrebíes sus vidas son muy diferentes. Ahmed asume el papel protector de las mujeres que le otorga la tradición árabe y la castidad que el platonismo amoroso exige. Farah, por su parte, necesita expresarse con su cuerpo, por encima de la religión o el idealismo poético, hacer coincidir amor y deseo. Más allá de homologar el corazón femenino árabe al de cualquier mujer occidental, no parece que haya materia en el guion para un largometraje.
Una viuda coraje
Cambió el paso de la jornada 'El perdón', de Sanaeeha y Moghaddam. La protagonista se queda viuda porque ejecutan a su marido y al año le anuncian que lo mataron por error. Le prometen una indemnización pero ella quiere que le pidan perdón.
El debate sobre la pena de muerte en Irán, que tuvo su antecedente inmediato en Rasoulof y 'La vida de los demás', vuelve de la mano de dos directores jóvenes. En un momento de la película un funcionario declara que «es un derecho humano», en otro, el hijo de uno de los jueces abandona a su padre por aplicar esa ley. El laberinto legal en el que se adentra la protagonista expone el desamparo de las mujeres persas ante cualquier denuncia de un hombre. Terminará descubriendo lo que esconde el perdón silencioso de su benefactor. La interpretación sobria y teatral de los actores enfatiza la desnudez tremendista de una historia que cuestiona la validez moral de la ley del talión.
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