Es una figura común en el mundo de la música clásica. El director emérito es aquel que no se compromete con las labores de gestión pero sí con las artísticas de la orquesta de la que se hace cargo. Sin ir más lejos, la Sinfónica ... de Castilla y León contó con Jesús López Cobos gracias a esa fórmula. Más inédita en el mundo del cine, la Seminci tendrá un director en funciones, transitorio o emérito que será Javier Angulo hasta que nombren a su sucesor.
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La Concejala de Cultura, Ana Redondo, anunció que esperan convocar un concurso durante el primer trimestre del año. Entre los requisitos, que tenga experiencia en dirección o coordinación de festivales. El concurso público siempre es una buena noticia por cuanto descarta cierta arbitrariedad. Habrá que esperar para ver si sirve al objetivo de «elegir a los mejores», como apuntaba hace una semana Redondo sin comprometerse con el concurso.
Javier Angulo hizo ayer balance de la 67º Seminci –como es habitual, siempre la mejor– y dejó para el final su dimisión. Era una noticia anunciada y hasta celebrada con brindis en una cena de la pasada edición pero por respeto al propio Angulo no había trascendido. Los motivos del director: «Primero, necesito vivir con mucho entusiasmo e ilusión mi trabajo y, tras 15 años, por razones variopintas, la he perdido un poco. Segundo, hay momentos en la vida en que sientes que te repites, que no avanzas, que no aportas y te das cuenta de que es necesaria la renovación. Tercero, hay que saber irse cuando se está en lo alto».
Puso su agenda al servicio del festival y ya trabaja en los contenidos de la próxima edición. «Retrospectivas, invitados, hay cosas que se pueden avanzar pero sin meterme en ningún charco para no crear problemas al próximo director».
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De momento «emocionante» calificó Ana Redondo el anuncio. Aplaudió la «profesionalidad, empatía, cintura y generosidad» de quien mantuvo la Seminci en el año de la pandemia cuando todos cancelaron. Recordó que el festival es el primer evento cultural de la región y que Javier ha propiciado que Valladolid fuera declarada Ciudad Creativa en materia de cine y Audiovisual por la Unesco. Y repasó logros en el tiempo de gestión de Angulo como la sala propia, Espacio Seminci en Calderón, llevar el cine a los barrios, a la provincia y a la comunidad, entre otros.
Tampoco ahorró elogios Óscar Puente a quien «ha cumplido con creces el reto», quien «ha hecho crecer Seminci en contenidos y públicos» cuando no era fácil por la «proliferación de festivales». El alcalde le brindó el agradecimiento personal de la ciudad.
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El intercambio dialéctico fue florido pero no estuvo acompañado de los gestos, eso tan importante que desvela la cámara y que tanto enseña a interpretar el cine de autor. Fríos, con cara de circunstancias, apoyados Redondo y Puente por Carmelo Irigoyen, gerente de la Fundación Municipal de Cultura, y Juan Manuel Guimerans, responsable de la Valladolid Film Commission. Javier Angulo, solo.
El director ya en funciones de la Seminci, visiblemente emocionado, leyó su despedida. «No olvidaré nunca el afecto con el que me he sentido tratado en Valladolid», dijo quien reconoció en el cariño de la gente su «mejor vitamina».
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