El actor Oleksandr Yatsentyuk presentó ayer la representación ucraniana en el festival, 'Pamfir', una historia de amor entre un padre y un hijo. «El protagonista lucha por su futuro, como en la vida real se lucha por el futuro del país», explicó. Ese es el ... sutil trasfondo político de una película cuya mera existencia es casi un prodigio dada la situación bélica que se vive en la nación.
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«Creo que pronto terminará esto y que nos espera un futuro en el mundo civilizado, como debe ser», aseguró Yatsentyuk, quien aprovechó la rueda de prensa para dar las gracias al pueblo español, y a su gobierno, por el apoyo que brindan a su país.
«La guerra lo altera todo y es inevitable que los sentimientos se mezclen», reconoció, para añadir una explicación sobre lo difícil que es ahora mismo rodar películas en su país: «En Ucrania, ahora, el dinero que se dedicaba a apoyar el cine va a la guerra».
'Pamfir' transcurre en una región de Ucrania occidental que es bien conocida por el director de la película Dmytro Sukholytkyy-Sobchuk, que tiene allí sus raíces y que ha realizado varios documentales sobre ese territorio, explicó el protagonista, que compareció acompañado por su hijo, quien ejerció de traductor. De hecho, puso mucho empeño en que el equipo de la película se sumergiera en la cultura de la región y les hizo viajar a la zona dos semanas antes de iniciar el rodaje.
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La historia narra las peripecias en las que se ve envuelto Pamfir, el protagonista, al regresar a su casa tras meses de ausencia y descubrir que su hijo se ha visto envuelto en un incidente del que él, como padre, intenta protegerle, lo que le lleva a recuperar su pasado turbulento.
«Es una historia muy importante para mí, porque a los nueve años perdí a mi padre y eso me dejó huella», explicó. También fue una película exigente, porque tuvo que engordar casi veinte kilos -pasó de 86 a 103- para ajustarse a los requerimientos del papel. «Me preparé durante un año y medio antes de empezar a rodar, con un asistente que me iba marcando objetivos».
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La palabra 'pamfir' significa piedra preciosa «y es una metáfora del pueblo ucraniano». La película ha sido premiada por la crítica de su país y se ha exhibido con éxito en varios festivales, entre ellos la Quincena de Realizadores de Cannes. Y ahora su protagonista afronta el rodaje de una serie televisiva en Berlín.
También ayer compareció en el festival, si bien mediante videoconferencia, la directora de Indonesia Kamila Andini, hija del reputado director de cine Garin Nugroho, muy conocido en su país y también internacionalmente. Andini comenzó su trayectoria en 2011 con 'The mirror never lies', película en la que contó con el apoyo de su padre, como en otras de sus inicios. 'Nana. Before, now and then', el trabajo que presenta a concurso en la Sección Oficial de Seminci, es su octavo trabajo. La actriz Laura Basuki logró el Oso de Plata a la mejor actriz de reparto en Berlín y la cinta obtuvo el Premio del Jurado en el festival de Bruselas.
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Andini contó que el proyecto de 'Nana' comenzó hace tres años a partir de un capítulo de una novela. «Conecté con ella porque compartía su cultura. Y lo que allí se contaba las había pasado a mi abuela y a otras muchas mujeres. Esta película está rodada en mi lengua materna y se basa en mis raíces». El asunto lingüístico fue destacado por la directora, quien resaltó que ella intenta que cada una de sus películas se ruede en algunas de las lenguas distintas que se hablan en su país, si bien admitió que no las conoce todas.
Es su segundo trabajo con la actriz protagonista, Happy Salma, una intérprete con la que tiene un vínculo de largo recorrido. «Mi relación con ella viene de muy atrás, porque trabajamos juntas en teatro. Además, procede de la misma región en la que transcurre la película, y hablaba el idioma, de modo que pensé en ella desde el principio como protagonista».
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Kamila Andini reconoció la existencia de rasgos comunes en muchos de sus personajes, aunque aseguró que «no es algo intencionado». «Pero es muy probable que exista una conexión inconsciente, porque en todos ellos intento reflejar algo de mí misma, lo que quizás explique las similitudes».
El rodaje de la película fue «un desafío fantástico» porque se realizó durante la pandemia, fundamentalmente en espacios abiertos, pero con muchas limitaciones.
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