Claudia Carrascal
Sábado, 31 de octubre 2020, 18:22
El ambiente de esta 65 Seminci ha sido diferente, los 'seminceros' la definen como la más triste y extraña de las ediciones. Una sensación, en gran parte, motivada por las estrictas limitaciones de aforo que han dejado las salas medio vacías. Sin embargo, los ... grandes seguidores coinciden en que contar con este festival en medio de una pandemia mundial es motivo de celebración.
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El principal problema este año ha sido conseguir entradas. Leandro Martín, un férreo seguidor de este encuentro, tan solo ha podido acudir a seis películas cuando solía ver varias al día. Otro inconveniente han sido los cambios de horario, «no es culpa de la organización, pero ha perjudicado a muchos espectadores». A su juicio, la mejor noticia es que Seminci no se ha cancelado, pero asegura que ha echado de menos compartir impresiones con el compañero de butaca, un contacto que «enriquece la experiencia». Hasta el punto de que cree que «la distancia ha generado un cine muy individualista».
En cuanto a la organización de certamen, otra de las asiduas, María Eugenia Marcos, admite que ha sido «realmente asombrosa» y destaca tanto el buen hacer para convertir las salas en espacios seguros como el comportamiento ejemplar de los espectadores. Tan solo ha podido asistir a cuatro películas de la Sección Oficial, pero asegura que ninguna le ha emocionado. Tampoco ha visto las proyecciones 'on-line' en Filmin porque considera que «se pierde la esencia, el calor y el ambiente del festival». Sin embargo, cree que es una oportunidad para llegar a un público cada vez mayor, en especial, en un momento en el que los espectadores que no son de la ciudad no han podido disfrutarlo.
Para Eva Tejero la Seminci se ha convertido en un «referente emocional». Durante muchos años ha vivido fuera de Valladolid, pero siempre ha buscado la manera de regresar para deleitarse con este festival de cine independiente. Reconoce que este año ha faltado el encuentro informal con actores y directores, pero también entre el propio público porque «después del cine también hay cine». Asimismo, como profesora de secundaria, recalca la importancia de que en próximas ediciones se recuperen las proyecciones para estudiantes porque «es el modo de generar futuros espectadores críticos».
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«El primer día fui al Cervantes y me entraban ganas de llorar, es muy triste ver las salas tan vacías», relata Lola Salamanca, fiel a este certamen desde los 18 años. La dificultad para adquirir entradas solo le ha permitido ver una decena de películas y aun así aclara que ha sido una semana muy especial, en la que ha disfrutado de alguna proyección «digna de premio» y de otras «muy correctas». Tal y como detalla, lo mejor de certamen es que por muchos años que pasen mantiene su entidad y aunque «no se centra tanto como otros en el folclore y la parafernalia, Seminici es muy potente».
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