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Aquel viaje por carretera en 1961, que atravesaría una España aún gris y enmudecida, llevó a los entonces responsables del centro etnográfico nacional de Turín a encontrarse con los contactos que cuidadosa y clandestinamente habían logrado recabar desde Italia, con el fin de registrar en ... cintas magnetofónicas —para su recopilación y notación en pentagrama— aquellas canciones y coplas que se cantaban en territorio republicano durante la Guerra Civil y las que, acabada la infamia, pudieron ser compuestas y entonadas por los españoles vencidos; todas ellas, canciones furtivas que se entonarían en ámbitos seguros o estrofas con un sentido oculto que serían graciosamente insertadas en cánticos populares, exhibidos frente a una autoridad incapaz de hallar la burla rebelde que se le propinaba.
'Los borrachos de la marsellesa' Pablo Gil Rituerto. España / Francia / Italia. 93'.
De aquel proceloso viaje realizado hace más de sesenta años, fructífero y no exento de riesgos, surgió un libro, 'Cantos de la nueva resistencia española' que el régimen franquista intentó prohibir, a pesar de que semejante control estaba fuera de su alcance, procurando que la Iglesia lo lograse con el argumento de que algunas de las letras publicadas en él eran sacrílegas e injuriosas con el credo católico. Sin embargo, después de solventar todas las dificultades, el libro pudo salir a la luz en diversos países y fue un éxito.
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El cineasta y experto montador Pablo Gil Rituerto se estrena en las labores de dirección con el largometraje que parte del viaje venturoso y aquella valiosa recopilación, 'La marsellesa de los borrachos', para reconstruir el periplo admirable realizado por aquellos investigadores de la palabra, de la música y del arte popular entendido como gesto colectivo, como acción catártica de rebeldía que sostienen todas las coplas rescatadas.
Pablo Gil regresa a los lugares del viaje y nos ofrece versiones actualizadas, magníficamente interpretadas, de cánticos en gallego, castellano, euskera y catalán.
Aunque todas ellas fueron meritoriamente rescatadas del miedo y la censura por aquel grupo etnográfico italiano llamado Cantacronache, no es menos cierto que la labor cinematográfica de Pablo Gil y su impecable película regresa en su auxilio, aunque esta vez sea para librarlas de ese otro destructor implacable y silencioso que es olvido.
Además de la belleza y la gracia de las piezas musicales recordadas, Pablo Gil presta también atención a los motores atávicos y genuinos que se ponen en marcha a través de la inteligencia rebelde de los pueblos sometidos; una suerte de torrente imparable que es capaz de serpentear, como los arroyos irredentos, hasta alcanzar el final de su camino. Así se nos presentan las figuras literarias que actúan al servicio de la sátira y los resortes anímicos que mitigan el dolor individual gracias al desahogo que procura la acción colectiva.
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