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La organización de la Seminci está haciendo este año un esfuerzo con los espectadores. R. Ucero
El principio esperanza

El principio esperanza

Caro Diario ·

En estos días de Seminci he percibido un esfuerzo suplementario en las personas que nos abren cada proyección, en las azafatas que nos sonríen con los ojos, en quienes nos acompañan en cada sesión al asiento

Jorge Praga

Valladolid

Viernes, 30 de octubre 2020, 13:59

Todas las mañanas, con las primeras luces del día, oigo el mismo ajetreo procedente de la calle: el dueño del bar de enfrente está montando la terraza sobre la acera. Una mesa, cuatro sillas, una mesa, cuatro sillas… Hace fresco, casi frío, pero él está ... en mangas de camisa, tal vez para demostrar a los que pasan que se pueden tomar sin problemas su primer café al aire libre. Libre de aerolitos y de gotículas, cuántas cosas conviene saber hoy para tomarse un simple café. A veces, cuando el cielo se pone en contra, no llega un primer cliente hasta una o dos horas después, pero eso no hace mella en su rutina laboral, que acabará «poco antes de las diez», como en aquella canción de Joan Manuel Serrat dedicada a otros horarios, a los amorosos. El quiosquero me acompaña en la observación atenta del bar. Él lleva más tiempo despierto. Poco después de las siete ya ha colocado con cuidado, con mimo, los periódicos del día en pilas que se apoyan unas en otras.

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