Posturas ante 'la india'

Toda la cinefilia semincera se divide ahora mismo entre entusiastas, detractores y algunas posiciones intermedias ante 'El discípulo'. Mejor que la vean, pero yo les sitúo para que vayan eligiendo bando. La película es un curso acelerado (perdón, lento) de música clásica tradicional india. El protagonista aspira a ser uno de esos vocalistas que entonan espirales junto a exóticos instrumentos. La música casi no para de sonar durante los 127 minutos de metraje, entre los conciertos, los ensayos y las charlas formativas de la maestra de su maestro, grabadas con música. Toda una prueba de paciencia, cuando apenas hay narración fuera del non stop de temas indistinguibles para el profano.

Pero el cine obra milagros (también la música india, que a ratos favorece la meditación o la somnolencia). Fijándose bien, y con la premisa de no dormirse, emerge por ahí un tipo de cine raro, sutil, que con la polifonía y poco más transmite la frustración del discípulo.

Puede usted posicionarse entre quienes odian este tostón (enhorabuena por su sinceridad, so insensible), los cinéfilos que lo llevan mejor y saben apreciar que la película tiene 'algo', o pasarse tres pueblos y abrazarla como la obra maestra de la temporada. Suerte.