La Seminci mezcla la historia del cine y la historia de la ciudad; la pasión cinéfila con los años remotos en que empezamos a alimentarla. El documental sobre la película de Kubrick, 'La naranja prohibida', ha dejado en el aire la pregunta de cómo pudo ... Valladolid hacerse cargo de su estreno en 1975, con el Caudillo presidiendo todavía el consejo de ministros y la ciudad notando el pellizco de las movilizaciones estudiantiles. Fue una conjunción astral sobre aquel revoltijo de ilusiones y temores, encabezada por la astucia del director del festival, Carmelo Romero, al que conocí en su cargo de Información y Turismo franquista, donde supervisaba con ojo censor las modestas publicaciones de mi cine club universitario.
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Desde otros ángulos el festival sigue alimentando y desvelando el pasado, no tan remoto como algunos desearían. Un cortometraje turco de Punto de Encuentro, 'The Criminals', me ha recordado inmediatamente esos años de 'La naranja mecánica': una pareja de amigos de Segovia, (chica y chico, dato importante en ese 1975), vienen de visita a Valladolid y buscan un hotel donde pernoctar. En la recepción la pregunta es inmediata: «¿Estáis casados?». Ante lo inesperado de la exigencia, acaban respondiendo entre risas: «Somos amigos y residentes en Segovia», un estereotipo sacado de aquel concurso de Chicho Ibáñez Serrador, 'Un, dos, tres… responda otra vez'. De nada sirve la broma, sin papeles matrimoniales no hay cama matrimonial, y mis amigos tienen que marchar de Valladolid en plena noche.
La película turca de Serhat Karaasian cuenta en esencia lo mismo, con fecha de 2020 y el apoyo en la producción, supongo que importante, de Francia y Rumanía. La pareja de enamorados sin certificado matrimonial peregrina de hotel en hotel sin que nadie les quiera alquilar una habitación, hasta que dan con la solución: alquilar por separado para luego reunirse en una de las habitaciones. Pero se topan con el celo inquisitorial (y repulsivo, y maníaco-sexual) del hotel, que les acosa por teléfono y acaba por derribar la puerta para impedirles el afecto, la intimidad, el amor. La tristeza del final solo se conjura con la esperanza de la libertad que aquí llegó, y allí llegará.
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