En España, el título de la película de Stanley Kubrick 'La naranja mecánica' tuvo por parte de cierto grupo de aficionados al cine una traducción equivocada, vertiéndola al castellano como 'El hombre mecánico', algo plausible contemplando la película. La causa del maltrato al termino ... Orange, que ciertamente en inglés es naranja, no es otra que ellos creyeron que orang era una palabra procedente del malayo que, mudada al castellano como persona, daría el título bien compuesto, «persona mecánica».
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Centrémonos en el estreno tardío de la película 'A Clockwork Orange' ('La naranja mecánica') en España. Fue con motivo de la XX Semana Internacional de Cine de Valladolid, celebrada del 20 al 27 de abril de 1975, cuando la polémica Naranja se proyectó, con máxima expectación por parte de los jóvenes cinéfilos y reacción represiva de las fuerzas policiales. Cabe recordar que la ciudad del Pisuerga en aquella época estaba inmersa en protestas sindicales y la Universidad de Valladolid cerrada por «actitudes subversivas» por orden gubernativa.
Pese a los altercados, el filme fue visto por el público y cerró el certamen con gran éxito. Cinco meses más tarde, el 27 de septiembre, recibía el permiso de proyección en las salas de arte y ensayo en versión subtitulada. El público menos exigente esperó hasta el 7 de marzo de 1980 para poder ver su estreno en versión doblada. Quien esto escribe la contempló en VOS en el teatro Zorrilla, en la sesión de vermú numerada, algo inusual en dicha sala.
No olvidemos, en estas líneas, al verdadero padre de la criatura, quien en verdad creó 'la fruta con mecanismo de relojería', mucho antes que los mercantiles del cine se la usurparan, cierto que como mercadería fue abonada para fertilizar la industria del cine. Un inciso: parece ser que 'as queer as a clockwork Orange' es una expresión que en la jerga marginal londinense ('cockney') podemos verterla en castellano como: «Es más raro que un perro verde».
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Enderecemos la literatura; la novela del mismo título la escribe Anthony Burgess, y sin muchos lectores existió hasta que alguien se fijó en ella, y ahora comienza el rock and roll. Mick Jagger, The Rolling Stones, leyó la novela y tan impresionado se sintió que rápidamente quiso ser Alex DeLarge y sus compañeros de banda los 'droogs'.
¿Se imaginan que Alex (en la dura escena de la violación) en lugar de canturrear: ¿Singin' in the rain, tararease I can't get no satisfaction? Sigamos con la novela publicada en 1962, de la que el autor no se encuentra muy contento: «De buena gana la repudiaría por diferentes razones, pero eso no está permitido».
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Y la versión cinematográfica de Stanley Kubrick es en realidad la responsable de que ello no ocurra. Burguess es consciente de que lo escrito se puede destruir, pero no borrar. Sabe que la versión cinematográfica es una versión incompleta, le falta el capítulo 21. Resulta extraño que un director tan meticuloso en la realización de sus producciones no cayera en la cuenta de que la edición utilizada para el guion no era la edición original del novelista. «La Naranja norteamericana o de Kubrick es una fábula; la británica o mundial es una novela»: La maldad no es impenitente, «se sostiene gracias a la enconada oposición de entidades morales». Elegir el bien o el mal, el uso del libre albedrío. Algo que, según el escritor, está ausente en el filme.
Si celebramos el cincuentenario del estreno de la película y la razón de esta arenga no es otra que festejar su lanzamiento, que, en España, aunque tardíamente, tuvo su primer cartel en Valladolid (1975), siendo su estreno mundial el 19 de diciembre de 1971 en Estados Unidos, patria del realizador, donde era reconocido como un autor serio a la hora de realizar sus filmaciones, aunque ello no impidió ser clasificada con la marca X, letra asociada a la pornografía.
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Para salir de la temida lista en agosto del año siguiente suprimió treinta segundos de material explícito para obtener la clasificación R y poder acceder a la publicidad de la cartelera en la prensa. Inglaterra la estrenó un mes más tarde y su recibimiento no fue demasiado alentador, principalmente por la prensa conservadora y amarillista, que la consideraba obscena, peligrosa y nociva: un mal ejemplo para la juventud. El novelista se quejaba del silencio de Kubrick, su ausencia de las polémicas en las que él tenía que dar la cara en debates y programas de televisión, cuando su novela no era la causante de tal revuelo. En ambos países su valoración fue dispar.
Algún critico consideraba 'La naranja mecánica' «una experiencia avasalladora, de originalidad impresionante que afecta a varios niveles de conciencia». A otros les parecía pretenciosa, «un nihilismo totalitario» que pretendía congraciarse con los maleantes que se apalancaban en las butacas. En fin. El director asqueado, recibió en su Inglaterra adoptiva amenazas vía correos, optó por prohibir la exhibición de la película en el Reino Unido, y él mismo supervisó que no se realizase ninguna proyección clandestina.
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Naranja o la persona; mecánica o moral, 'A Clockwork Orange' se ha convertido en una película de culto. Cerramos esta arenga con unas palabras del novelista, «Coman esta porción dulce o escúpanla. Son libres».
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