'Master Cheng', pura receta Seminci

En primer lugar, el filme no puede ni debe adscribirse, para formar parte de este montículo homogéneo, a un género más o menos reconocible, una especie de toma de postura que, con todo, tanto en festivales de nuestro entorno como desde la propia Semana parece que empieza a revertirse. Una vez dicho esto, se trata de apostar por un choque de culturas, clases sociales o modos de ver la vida en la que un personaje principal sea el que se enfrenta a su entorno (con menos virulencia que desparpajo) y en el que, pese a ser el protagonista la rareza, sea a la vez vehículo para que el público empatice con él y pueda tomar una mayor perspectiva crítica con el entorno que le rodea. Finalmente, y este tal vez sea el ingrediente fundamental, la propuesta cinemtográfica debe alternar los toques de comedia con los puramente dramáticos, hasta el punto de que uno no pueda entenderse sin el otro, que al público le pille desprevenida la carcajada entre lágrimas o que le golpee en el estómago, con la guardia baja, un giro trágico en medio de una escena graciosa.'

'Master Cheng' de Mika Kaurismäki cumple con este y otros 'bonus track' para el particular bingo de la Seminci, que incluye, entre otras, una especial querencia hacia el ámbito culinario y los contagios de ramalazos de bondad extraordinarios que mejoran tanto a las personas en su faceta de individuos como a la comunidad en su conjunto social. La película aborda la historia de un chef profesional oriundo de Shanghái que viaja junto a su hijo a Finlandia en busca de una antigua amistad. Pero cuando el objeto de su búsqueda no solo no aparezca sino que nadie en el pueblo es capaz de reconocer a quién se refiere, Cheng consigue establecerse en la cafetería junto a Sirkka, que le proporciona cobijo a cambio de sus secretos culinarios en torno a la cocina oriental. Mientras el chef logra conquistar los estómagos y corazones del pueblo finlandés, una nueva amenaza emerge: la de su visado a punto de expirar que le obligará a abandonar a sus nuevos amigos a no ser que un improvisado plan revierta la situación del protagonista.

Mika Kaurismäki es un valor seguro en esta clase de producciones, como demuestra una de las mejores películas de su año, la alocada 'Helsinki-Nápoles', todo en una noche'. Su particular pulso entronca bien con esta debilidad del Festival por el equilibrio entre la risa y la emoción dramática, que le han hecho acercar sus propuestas a secciones competitivas en numerosas ocasiones: desde el filme 'Rumbo al norte' ('Tie pohjoissen') con Samuli Edelmann hasta 'Reina Cristina, la mujer que fue rey', drama de época con poco sobre lo que bromear pero un reparto de considerable importancia, en el que destacabanMalin Buska y el tristemente desaparecido Michael Nyqvist. La relación del festival con Mika Kaurismäki se extiende al documental 'Brasileirinho' (2005) o las películas 'Los reyes magos' (2008) y 'Hermanos' (2011), pero también es un idilio que incluye al hermano del cineasta, el más célebre Aki Kaurismäki, de quien se ha podido ver en el Festival de Valladolid 'Nubes pasajeras', 'Juha', 'Visions of Europe', en la que dirigía el segmento «Bico»; y 'Centro histórico', donde realizó el episodio 'Guimarães'. Un sabor bien reconocible para terminar este festín de cine.