«Cantinflas frustró la vocación cinematográfica de León Felipe»

Tampoco Luis Buñuel, con el que compartió amistad durante unos años, le ayudó a desarrollar esta segunda vocación durante la estancia de ambos en el país centroamericano. «Él lo vivió como una gran decepción; de las mayores de su vida, pero él quería hacer un cine de vanguardia que seguramente no era muy viable». Pero, quién sabe si al cerrarle ese camino no le hicieron un favor a la poesía, donde sí descollaría el escritor zamorano.

Y, en todo caso, los desplantes cinematográficos no le impidieron a un poeta ya de edad avanzada disfrutar de una muy peculiar relación con una de sus musas, la actriz Sara Montiel, con la que ejerció el triple papel de amigo, consejero y padre mientras despertaba la envidia, y hasta el recelo, de la cofradía literaria.

El teatro, en cambio, le proporcionó vivencias sin precio, si bien no gratas, especialmente durante los años en que, como cómico de la legua, viajaba de pueblo en pueblo. «De aquellos años recordará sólo la desdicha y el hambre». Y así en sus poemas explicará que se vio obligado a dormir en los bancos y que incluso recibió limosna de una prostituta callejera. «Vi muchos cementerios y aprendí cómo se llora en los distintos pueblos españoles», recordará en su poema 'Escuela', incluido en su último poemario. «Es muy poco probable que haya alguna invención aquí; seguro que le ocurrió», asegura Remesal.

Añadamos a su errática busca personal su inicial dedicación a la farmacia, profesión a la que entregó cinco años de su vida, además de los de la formación académica. Y que, por una vía indirecta y casual, jugó un papel clave en su futuro literario. Y es que una de sus farmacias quebró debido a un desfalco, lo que le llevó a pasar 20 meses en prisión. «La vocación hacia la escritura le surge allí, en aquellos meses de encierro dedicados a la lectura, y en los que descubrió 'El Quijote'», explica Remesal. Muchos años después, desde el exilio, León Felipe se lamentará de que su única estancia en la cárcel fuera por un vulgar delito común, y no por ninguna gloriosa acción en favor de la libertad.

El carácter peregrino del poeta –«Sé en la vida romero, romero solo, que cruza siempre por caminos nuevos»– le convirtió en un maestro de la fuga y el desconcierto. Rafael Alberti se refería a él como ese hombre «que siempre se presenta llegando de no se sabe dónde». Y es que casi agota seguir su trasiego de provincia en provincia (entre ellas Salamanca y Ávila, amén de su Zamora natal), de país en país. «Sorprende descubrir que fue capaz de cruzar seis veces el Atlántico en solo tres años, y en aquella época», resalta el autor de 'El poeta peregrino'. Era infatigable.

«Su tendencia a desaparecer hay que ligarla a su sentido de la libertad. Pero también a su desapego por las cosas materiales y a su condición de pésimo gestor de su economía doméstica. Era un irresponsable con mayúsculas», afirma el autor del largometraje documental, al que la Seminci ha hecho hueco en la sección Castilla y León en Largo. Pese a ese carácter desapegado, y resistente al compromiso, Remesal considera que León Felipe «es un modelo de libertad interior; buscó la libertad por dentro y por fuera, y lo consiguió. Es admirable la dignidad de su forma de vivir honesta y humilde». La suya, como la de Machado, al que le unió una viva amistad, fue también una vida ligera de equipaje.

Pero León Felipe fue, sobre todo, un poeta, y en cuanto tal un renovador, que se negó a plegarse a las corrientes de moda en el momento. Cuando presenta en el Ateneo de Madrid su primer libro 'Versos y oraciones del caminante' lo hace con una rotunda declaración de intenciones. «Con ese libro de poemas rompió con la poesía de la época, con la línea de Juan Ramón Jiménez. El dejó claro que quería ser entendido. Rechazaba la poesía hermosa pero opaca, como también la poesía regionalista».

A lo largo de su vida se consolidaría, además, la tendencia a la autobiografía literaria. Una autobiografía muy pegada a la realidad de su existencia, y que encontrará su mejor expresión en su último poemario en vida 'Oh, este viejo y roto violín' (1965), publicado tan solo tres años antes de morir.

La existencia de León Felipe estuvo muy ligada a la defensa de la libertad y la oposición al golpe de Franco. Pero el documental revela una dimensión poco conocida de su persona: las rotundas críticas que dirigió a las autoridades republicanas, también a los comunistas y a los anarquistas, por una división que llevaba a la II República a la agonía. «Me parece que se había explicado poco su enfrentamiento con los regentes de la República. A él los anarquistas le prohibieron hablar, y los comunistas aún más», afirma Remesal. Su actitud llevó a muchos a rehuir su compañía, no así Machado, que se mantuvo a su lado. Y aunque tuvo una actividad poética y social muy beligerante y combativa «al final de su vida hizo las paces con todo el mundo».