Poética, política, popular

'Viêt and Nam' se construye con un estilo contrario a la narración y sus ritmos. Planos estáticos, largos, sin comienzo ni final, casi independientes entre sí. Voces que intervienen en off sobrevolando el cuadro visual. Languidez, detenimiento, morosidad. Es una forma poética donde los elementos fílmicos –encuadres, duración, sonido– se conjugan para generar sentidos inesperados.

Los dos jóvenes amándose sobre el carbón (qué belleza de plano) se mezclan con las historias sobre la guerra, con los cuentos mágicos sobre príncipes castigados, con la vidente que resucita al padre desaparecido, con el contenedor de emigrantes perdiéndose en el mar. Una belleza dilatada, una proyección que desafía nuestro ojos cansados.

Política para 'La Red Fantasma'. Jonathan Millet recoge para su primer largo de ficción la resaca de la guerra siria en el exilio europeo. Personas que sobrevivieron a la cárcel extrema y a la tortura se reorganizan en una red que quiere prolongar en Europa los enfrentamientos y machacar a los verdugos. La película se plantea como una investigación casi a ciegas, movida por el deseo de venganza que nubla la mirada y la razón. El protagonista, un sirio exiliado que lleva en su cuerpo el tatuaje de la tortura, se debate entre ajusticiar al sospechoso o acumular más pruebas que le garanticen la culpabilidad. El inevitable magnetismo entre la víctima y el dudoso verdugo enriquece la obra, demasiado ceñida a su anécdota investigadora y encerrada en la mirada monótona de su actor protagonista.

Popular para 'Holy Cow' ('Vingt dieux', título original), arrancada de la siembra en la Francia rural. Continúa una tradición que ya se ha hecho género en el país vecino, y que tuvo como máximo exponente el éxito de 'Bienvenidos al Norte', entre otras muchas. Alabanza de aldea que suele pintar una vida rural con tesoros por descubrir, unas gentes sencillas y un paisaje encantador. Louise Courvoisier nos traslada con conocimiento personal al pueblo donde nació, en la región del Jura, y se deja llevar por su amor al queso Comté y sus recuerdos de fiestas y disputas juveniles. Busca el equilibrio entre lo dulce y lo amargo contando la orfandad del protagonista y cierta brutalidad de sus paisanos, pero en el balance final se impone la postal siempre soleada de vacas paciendo, amigos inquebrantables y chicas fáciles de conquistar. Una película amable y fluida que al menos sirve de descanso al desbordado semincero.