Ay, el papel

Este año la ceremonia se quedó sin peso. El catálogo y poco más. La Seminci ha seguido editando sus libros, que ya no se regalan a los acreditados, lo cual me parece bien. Y el alivio de cosas innecesarias también. Pero detrás de ello no solo se esconde la faceta ahorradora, sino también una declaración de guerra al papel como soporte. En cualquier esquina se advierte. Por ejemplo en el voto del público, que antes se hacía con un papelito al que esperaba una urna. Ahora, dirección electrónica, código QR… O sea, pantalla. Cuando entraba a una proyección me acercaba antes a por el periódico diario de la Seminci. Ni rastro ahora de esos periódicos. Para eso está la web. O sea, pantalla.

En la pantalla las cosas dejan de ser cosas, dejan de tocarse, de olerse, de desgastarse, de ser tiempo. Ese día en que fui al Calderón a por la acreditación Fernando Colina publicó en este periódico un aterrador artículo, 'La realidad'. Recojo este párrafo para cerrar el funeral papelero: «Es de temer que según gane terreno la realidad virtual sobre la natural iremos perdiendo capacidad histórica. Todo sucederá en el presente, sin antecedentes ni consecuentes. El pasado y el futuro serán dos presentes más (…). La nostalgia y la promesa, que son nuestras dos caras más humanas e incluso más tiernas, desaparecerán de nuestra experiencia».