El escritor Gustavo Martín Garzó, con su último libro.

Gustavo Martín Garzo y el sueño de la sábana blanca

El escritor vallisoletano «estaba tentado por el cine». «Su admiración se encendía con las películas de Rossellini o Truffaut»

Jorge Praga

Valladolid

Domingo, 24 de octubre 2021, 22:03

Al final del último libro de Gustavo Martín Garzo, 'Él árbol de los sueños', se anota: «Leer es abandonarse al mundo del otro». Leer, y también escribir, y hacer cine. El otro que aparece y sorprende desde el interior de uno mismo, o que sobreviene ... en la alternancia con un texto ajeno. Martín Garzo, con ese ir y venir de fuentes entreveradas en su quehacer, hace buena aquella apreciación de Borges: «Que otros se jacten de los libros que les ha sido dado escribir; yo me jacto de aquellos que me fue dado leer». Y de leer, y de abandonarse, trata precisamente el cortometraje que estrena hoy en la Seminci, 'El secreto'.

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Un escritor cineasta. Para mí, desde que le conocí en la juventud universitaria de los cine clubs, Gustavo estaba tentado por el cine. Su admiración se encendía con las películas de Rossellini o Truffaut, y los sueños los encaminaba hacia proyectos de rodaje con aquella precariedad ingenua de las cámaras de súper 8. Algún guion le oí contar con pasión de cineasta que ya guardaba la fuerza de la palabra escrita, en la que finalmente se afianzó y con la que triunfó hasta hacerla su profesión. El cine, agazapado, encontró por fin su oportunidad en otro estreno anterior, en la Seminci de 2015, 'Un dedo en los labios'. En este Caro Diario se celebraba entonces su debut otoñal a la manera de Manoel de Oliveira, que también irrumpió en el festival a una edad parecida. Gustavo parece que se lo toma con más calma que Oliveira, pero no ceja en el empeño.

En 'El secreto' una muchacha espera en la escalera de una casa; lee, oye la radio de vecindad, observa un pájaro de papel que cuelga en el patio. Se abstrae, se abandona, y entra en el mundo del sueño y la fantasía. En paralelo, un brevísimo relato de Juan Eduardo Zúñiga en la voz de un narrador cuenta la historia de un amor invisible, pleno de gozo y privacidad para la amante. La imagen juega con las proposiciones de la voz, extrae de la técnica del cine los frutos imposibles de la magia, viste con ropas nuevas los lugares de Valladolid. Y acaba sobre la sábana blanca, allí donde nace el cine y se oye la palabra soñadora. Quien abra 'El secreto' debe ser espectador y lector. Y abandonarse.

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