Los guardianes del Teatro Calderón
El equipo formado por 21 personas soluciona los problemas que surjen a los espectadores
La proyección está a punto de comenzar. Parece que llegan los rezagados de última hora, con el tiempo justo para encontrar su asiento entre la ... multitud. En la puerta de acceso al patio de butacas está Candi Sánchez, donde atiende a los últimos espectadores que llegan con su entrada de la mano. Se proyecta el último anuncio y, ahora sí, comienza la película. Es el momento de cerrar esta puerta. «Nadie que llegue tarde se queda sin entrar para ver la película. Pero al patio de butacas ya no se puede acceder y tenemos que recolocar en otras zonas del teatro. Tenemos un plano para ver cuáles están ocupadas y saber a dónde dirigir a cada persona, son lugares donde siempre van a ver bien la película», explica. Ella es la jefa de sala y forma parte del equipo de acomodadores del Calderón. En total son 21 personas –diez por la mañana y once por la tarde– encargadas de vigilar todo lo que concierne al espectador de la Seminci.
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Su labor ya comienza antes de la proyección. Con media hora de antelación se abren las puertas y son tres los trabajadores que atienden a los primeros espectadores que llegan. Su organización es que siempre haya alguien en cada zona del teatro para atender las necesidades que puedan surgir durante la proyección. Pues la realidad es que, fuera de la pantalla, el mundo sigue girando fuera de la película. «Siempre tiene que haber alguien. Estás para resolver cualquier cuestión que pueda surgir», explican. Incluso despistes. En el momento de la entrevista, un espectador se ha equivocado de película y ha tenido que salir cuando iba a comenzar la proyección. Situaciones que ocurren después de tantos días de festival.
También tienen ojos dentro. Con especial vigilancia a que no haya grabaciones de los largometrajes. «Tampoco se puede entrar con comida. El espectador en este sentido es bastante respetuoso. Dentro, nunca hemos tenido ningún problema», aseveran. Para facilitar la comunicación con otros departamentos, disponen de un teléfono con línea interna desde el que se pueden comunicar con diferentes espacios del edificio. Porque el edificio va más allá del patio de butacas, también son los pasillos, los recibidores y el resto de salas que componen el teatro.
El equipo, que está en el Calderón durante todo el año además de durante la Seminci, es un habitual del festival. Por ejemplo, Candi Sánchez tiene 24 años de experiencia entre las paredes del teatro. «Con muchos espectadores te sientes casi de su familia. Les ves una vez al año pero se convierten en amigos», comentan. Mientras el espectador disfruta de la película, ellos son los guardianes del Calderón.
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