Seminci | Greg Kwedar, director de 'Sing Sing'

«Nuestro gran sueño es que la película sirva para limpiar el nombre de Divine G»

Kwedar se encontró con el tema de su largo mientras rodaba un documental. «Estábamos en una prisión de Texas y dimos una vuelta por toda la instalación. Según pasamos por la zona de las celdas, en una de ellas vi a un joven con un perro. Paré porque aquello no me lo esperaba, no hubiera imaginado nunca que en un lugar así pudiera ver ese amor y esa comprensión mutua», explica el joven texano. «Aquella noche comencé a indagar sobre programas que se desarrollan en las cárceles de EEUUy descubrí el RTA, Programa de Rehabilitacion de través de las Artes, que comenzó en 1996. Luego leí un artículo sobre Divine G, que participaba en ese programa, y pasó 25 años encerrado por un crimen que no cometió».

Greg conoció al grupo de Divine G «que hacían comedias y obras de Shakespeare, me interesó cómo se yuxtaponía su vida en la prisión y su trabajo dramático, quería conocer el proceso de montar una obra en esas condiciones».

Comenzó a indagar en 2016 y ha estrenado este verano en EEUU el filme, que refleja las ineficiencias del sistema judicial y carcelario. ¿Interfirió la política? «Somos un país injusto, estamos fallando a nuestra sociedad. Dicho esto hay que reconocer que los dos partidos, los dos bandos, en lo único en que están de acuerdo es en que hay que reformar el sistema de prisiones y reforzar este tipo de programas para reinsertar a los presos. En Estados Unidos el 60% de los encarcelados reinciden en los siguientes cinco años. En el caso de los presos de este programa no llegan al 3% los que vuelven a la cárcel. Eso demuestra que cuando tienes acceso a educación y al arte creas bases para un bienestar general, que la experiencia artística y creativa son aspectos fundamentales del ser humano».

Ha dirigido un elenco formado por actores profesionales y amateurs en dos planos, el cinematográfico y el teatral. «Hay tres aproximaciones. Una primera, la amistad entre los dos protagonistas, rodada de manera tradicional, con un guion y todo pactado. Luego hay situaciones como los ensayos, en los que dejamos libertad para que prepararan algo o fueran espontáneos. En el casting que sale lo hicimos como si fuera uno de verdad, se acercaban a cámara y decían lo que querían respondiendo a preguntas como explicar un deseo, un recuerdo infantil, razones para elegir un papel o para ser actor... Yluego hay situaciones de grupo en los que las cámaras les siguen aleatoriamente, como cuando el profesor les pide que piensen en un momento feliz de su vida o que caminen de alguna manera».

La película «refleja lo que ocurre en el sistema. El protagonista pasó 25 años en la cárcel por un crimen que no había cometido y lleva 12 fuera, sin que el Estado haya reconocido su error, sin que su nombre haya sido limpiado. Así que esperamos que la película sirva para concienciar a la gente y se presione socialmente para que esto cambie. Nuestro gran sueño es que el filme sirva para limpiar el nombre de Divine G. Y si llegara a los Oscar, que pueda hablar él», dice este director que se siente cómodo en la hibridación de ficción y realidad.