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El cine –dice con ímpetu y emocionado el director Álex de la Iglesia– no es algo frívolo. No es ir de canapés como muchos piensan. ¡Mentira! En el cine damos la vida». Y por eso, aseguran, cosechar una Espiga de Honor anima a fijarse en ... aquella semilla inicial con la que se alimentó una pasión que parecía imposible, que luego germinó, que creció y finalmente dio fruto.
Este martes, la Seminci rindió homenaje a cuatro profesionales del cine español. En el Teatro Calderón, Álex de la Iglesia, la actriz Mercedes Sampietro, el actor José Coronado y el director de fotografía José Luis Alcaine sumaron a sus laureadas vitrinas un galardón más: la Espiga de Honor de la Semana Internacional de Cine de Valladolid.
Y lo mejor de este reconocimiento, apuntó Alcaine, «es que seamos profesionales de diferentes departamentos. Normalmente, este tipo de premios se dan a una sola persona. Aquí somos un conglomerado con vida propia», destacó. Aquí, se premia al cine, a ese momento mágico de «comunión» que se produce en una sala, a oscuras, «cuando vemos una película que nos gusta y sentimos que hay una conexión con los desconocidos que tienes al lado y han sentido lo mismo que tú. Esa sensación de que acabas de vivir algo inolvidable. Esto es lo importante del cine», destacó Alcaine, quien recibió (en vídeos grabados y proyectados en el Calderón) piropos de Pedro Almodóvar y Aitana Sánchez-Gijón.
«El cine acelera la vida. Todos vivimos a una velocidad 1x. El cine te lleva a 4x, como cuando pones más rápido los vídeos de youtube», indicó Álex de la Iglesia, quien desveló que uno de los grandes regalos que ha traído consigo esta Espiga de Honor es la comida previa que compartió con sus compañeros de gloria:José Coronado y José Luis Alcaine.No así Mercedes Sampietro, quien se sumó después a la fiesta con un simpático saludo ante De la Iglesia. «Me he presentado porque no nos conocíamos.Nunca hemos trabajado juntos».
La carrera de Sampietro comenzó «por azar. Yo jugaba a disfrazarme, a actuar delante del espejo. Sola, porque era una niña muy tímida. Pero mi madre me animó a presentarme a uno de los centros de teatro amateur que hay en todos los barrios de Barcelona. Me apunté. Ya partir de ahí vinieron las cosas rodadas». La actriz recordó que su primera vez sobre las tablas fue en una obra de Ana Diosdado, 'Olvida los tambores', con Emilio Gutiérrez Caba como compañero de escenario. Fue el actor nacido en Valladolid quien, precisamente, le entregó ayer la Espiga de Honor, junto con la actriz Irene Visedo y las directoras Judith Colell y Gracia Querejeta.
Coronado también ensalzó el papel del azar en sus comienzos artísticos. «Yo no tenía ninguna vocación. Pensé que esta era una profesión a la que solo se podían dedicar quienes tenían familia en el cine. Yo estudiaba Derecho, tenía varios restaurantes, una escuela de modelos. Hasta que descubrí que con esta profesión podía ganarme la vida y disfrutarlo. Empecé en la escuela de Cristina Rota y le pregunté:¿Tú crees que valgo para esto?Me dijo:Por supuesto. Y entonces pensé:'Pues se van a enterar'». «Yo empecé aquí, en Valladolid, en la Seminci, hace 35 años con la película 'El tesoro', basada en una película de Delibes. No nos fue muy bien, porque nos patearon. y eso me abrió los ojos para seguir esforzándome», recordó Coronado quien, entre toda su carrera, destacó el papel de 'No habrá paz para los malvados' con el director Enrique Urbizu, quien entregó a Coronado su Espiga de Honor.
Precisamente Urbizu regaló a Álex de la Iglesia su primera oportunidad en el mundo del cine. «Para mí el cine era como un mundo de superhéroes. Estaban Loki, Thor y Pilar Miró»», contó el director de 'El día de la bestia', quien tuvo agasajos para sus compañeros de premio y, especialmente, para José Luis Alcaine, a quienes los tres calificaron como uno de los grandes tesoros del cine español. «'Ay, Carmela', las películas de Pedro Almodóvar son los que son por la luz de este señor». Y Alcaine lo agradeció con una anécdota. «Yo venía de Tetuán y el bachillerato francés que estudié no me convalidaba para entrar en la Escuela de Cine. Carlos Saura, que era profesor, facilitó que me pudiera matricular. Pero fui el único alumno en cinco promociones que suspendí curso. Hubo un profesor que delante de la clase, me dijo:'Usted no tiene ni idea'. Y todo, porque no quería hacer las cosas como los demás. Dedíquese usted a otra cosa porque el cine no es lo suyo. Y no les hice caso». Afortunadamente. «Es un honor, un privilegio, una locura y una pasada compartir una Espiga de Oro con ellos», indicó De la Iglesia en esta cosecha de espigas.
Este martes, la Seminci rinde homenaje a cuatro profesionales del cine español. Durante una gala en el Teatro Calderón, Álex de la Iglesia, la actriz Mercedes Sampietro, el actor José Coronado y el director de fotografía José Luis Alcaine sumaron a sus laureadas vitrinas un galardón más: La Espiga de Honor de la Semana Internacional de Cine de Valladolid.
Y lo mejor de este reconocimiento, apuntó Alcaine en el acto previo a la gala, «es que seamos profesionales de diferentes departamentos. Normalmente, este tipo de premios se dan a una sola persona. Aquí somos un conglomerado con vida propia», destacó. Aquí, se premia al cine, a ese momento mágico de «comunión» que se produce en una sala, a oscuras, «cuando vemos una película que nos gusta y sentimos que hay una conexión con los desconocidos que tienes al lado y han sentido lo mismo que tú. Esa sensación de que acabas de vivir algo inolvidable. Esto es lo importante del cine», destacó Alcaine.
«El cine acelera la vida. Todos vivimos a una velocidad 1x. El cine te lleva a 4x, como cuando pones más rápido los vídeos de youtube», indicó Álex de la Iglesia, quien desveló que uno de los grandes regalos que ha traído consigo esta Espiga de Honor es la comida previa que compartió con sus compañeros de gloria: José Coronado y José Luis Alcaine. No así Mercedes Sampietro, quien se sumó después a la fiesta con un tímido saludo ante De la Iglesia. «Me he presentado porque no nos conocíamos. Nunca habíamos trabajado juntos». Y ambos mostraron su disposición, claro, a juntar sus carreras.
La de Sampietro comenzó «por azar y casualidad. Yo jugaba a disfrazarme, a actuar delante del espejo. Sola, porque era una niña muy tímida. Pero mi madre me animó a presentarme a uno de los centro de teatro amateur que hay en todos los barrios de Barcelona. Me apunté. Y a partir de ahí vinieron las cosas rodadas», La actriz recordó que su primera vez sobre las tablas fue junto en una obra de Ana Diosdado, 'Olvida los tambores', con Emilio Gutiérrez Caba como compañero de escenario.
Coronado también ensalzó el papel del azar en sus comienzos artísticos. «Yo no tenía ninguna vocación. Pensé que esta era una profesión a la que solo se podían dedicar quienes tenían familia en el cine. Yo estudiaba Derecho, tenía varios restaurantes, una escuela de modelos. Hasta que descubrí que con esta profesión podía ganarme la vida y disfrutarlo. Empecé en la escuela de Cristina Rota y le pregunté: ¿Tú crees que tengo valor para esto? Me dijo: Por supuesto. Y entonces pensé: 'Pues se van a enterar'». «Yo empecé aquí, en Valladolid, en la Seminci, hace 35 años con una película de Delibes. No nos fue muy bien, porque nos patearon y eso me abrió los ojos para seguir esforzándome», recordó Coronado quien, entre toda su carrera, destacó el papel de 'No habrá paz para los malvados' que le regaló el director Enrique Urbizu.
Precisamente Urbizu regaló a Álex de la Iglesia su primera oportunidad en el mundo del cine. «Para mí el cine era como un mundo de superhéroes. Estaban Loki, Thor y Pilar de Miró. Un lugar inalcanzable. Era como ser astronauta», contó el director de 'El día de la bestia', quien tuvo piropos para sus compañeros de premio y, especialmente, para José Luis Alcaine, a quienes los tres calificaron como uno de los grandes tesoros del cine español. «'Ay, Carmela', las películas de Pedro Almodóvar son los que son por la luz de este señor».
Y Alcaine lo agradeció con una anécdota. «Yo venía de Tetuán y el bachillerato francés que estudié no me convalidada para entrar en la Escuela de Cine.Carlos Saura, que era profesor, facilitó que me pudiera matricular. Pero fui, el único alumno en cinco promociones que suspendí curso. Hubo un profesor que delante de la clase, me dijo: 'Usted no tiene ni idea'. Y todo, porque no quería hacer las cosas como los demás. 'Dedíquese usted a otra cosa porque el cine no es lo suyo'. Y no les hice caso», recordó Alcaine. Afortunadamente. «Es un honor, un privilegio, una locura y una pasada compartir una Espiga de Honor con ellos», indicó De la Iglesia en una lluvia de piropos con la que recibieron su galardón.
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