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'The Beatles Forever. 60 aniversario'. Un pequeño ciclo de la Seminci que puede traer dudas por el cálculo fallido del aniversario –no salen los 60 años desde la primera grabación de 1962, ni desde las giras de Hamburgo, ni desde la formación definitiva del ... cuarteto…–, y sobre todo la pregunta sabionda: ¿qué se puede contar sobre The Beatles que no haya sido dicho ya?
Tal vez no sea una cuestión de datos y averiguaciones, sino más bien de llaves maravillosas: las que conducen a nuestro pasado, a esa porción de la adolescencia y de la juventud que quedó mágicamente prendida sobre los discos y las voces del cuarteto de Liverpool. Pero es que además pocas trayectorias pueden lucir la riqueza y condensación que ofrece la de estos músicos. Basta con mirar las portadas de la docena de elepés que grabaron: de las sonrisas aniñadas sobre el hueco de una escalera en 'Please, Please Me' al aluvión histórico del 'Sgt. Pepper' o a la osadía del doble blanco. Ocho años escasos en los que cada disco subía muchos escalones con respecto al anterior, y que a partir de 'Revolver' se abren a experiencias inéditas.
El ciclo de la Seminci –organizado como un maratón propicio para borrachera de beatlemanía– salta de una película a otra, pero sobre todo estrena el documental 'The Beatles and India', complemento de la exposición que estos días ocupa las tres plantas de la casa de la India. Qué belleza de exposición, por cierto, envuelta en incienso.
Los músicos de Liverpool vivieron unos años agitadísimos en los que cada día salía el sol por un sitio distinto. Pero la aventura indostánica fue única, única. Los ingleses más famosos que Jesucristo de repente centraron su curiosidad en un subcontinente que el imperio había sometido y exprimido, elevando su música al primer plano mundial, invadiendo con la moda de sabor hindú las portadas de las revistas, predicando la meditación y la paz interior… hasta que el Maharishi dio muestras de que también le interesaba la libra esterlina.
Quedan las maravillosas fotografías con la juventud irrepetible del final de los sesenta, el sitar de Ravi Shankar, y queda su música como un amanecer renovado y nunca agotado. Here Comes the Sun.
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