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Una escena de 'Tiempo compartido', de Olivier Assayas.
Sección Oficial

El edén infantil desde la mirada adulta

Francia protagonizó la última jornada de competición con dos películas que hablan del regreso a los orígenes, 'Misericordia' y 'Tiempo compartido'

Victoria M. Niño

Valladolid

Viernes, 25 de octubre 2024, 19:38

«Que al lugar donde has sido feliz/ No debieras tratar de volver», reza Sabina en 'Peces de ciudad', canción que evoca París. Pero no debe estar traducida y Alain Guiraudie y Olivier Assayas envían a los protagonistas de sus últimas películas a los orígenes, ... al paisaje de su niñez.

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'Misericordia' y 'Tiempo compartido', las dos cintas francesas, clausuraron el concurso de la Sección Oficial. El jurado, formado por los directores Sofia Exarchou y Yann Gonzalez, la actriz Aida Folch, la crítica Devika Girish y el escritor Luis López Carrasco, dará a conocer esta mañana su dictamen sobre los 22 largometrajes que han competido en la 69 Seminci.

Alain Guiraudie rueda en Occitania, su región, 'Misericordia'. Jeremie regresa al pueblo por el funeral del panadero, con quien trabajó unos años, y su vuelta perturba la vida de los pocos habitantes que quedan. La viuda le ofrece su casa y decide acompañarla unos días. Los celos del hijo y el reencuentro con otro amigo común confunden a Jeremie y provocan situaciones muy violentas hasta la desaparición del primero, origen de la trama que solo intuye el sacerdote.

El planteamiento en torno a instintos primarios y el peso del paisaje en el paisanaje recuerda a 'As bestas', versión muy aligerada. Pero Guiraudie da un giro hilarante que apunta a 'El bosque encantado', más deudor del sainete que del realismo mágico. Por inverosímil, la película se torna cómica provocando risas de agradecer en la última jornada, aunque también hubo abandonos. 'Misericordia' registra preciosos bosques de árboles de hoja caduca en los que crecen las setas que colecta el sagaz religioso y que delatan lo que hay bajo esa tierra.

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Reencuentro de dos hermanos

Olivier Assayas también vuelve a la casa de la infancia de dos hermanos en 'Tiempo compartido', al lugar donde pasan el confinamiento por el covid con sus respectivas parejas.

Una voz en off, la de Paul, el cineasta, va contando la historia de la finca y cómo han ido cambiando de manos las propiedades alrededor. Antes conocían a todos, ahora, a nadie. Las urbanizaciones han transformado el espacio. Sin embargo su casa y la de los vecinos , de cuyo gran jardín de benefician, mantienen su diseño original. Guardan la historia familiar y el peso de los recuerdos se deja sentir en ellos; uno lo rechaza, en cambio el otro lo disfruta.

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Precisamente el mayor, Paul, se siente agobiado por el pasado, lo que intenta contrarrestar con la compra por Amazon lo que quiere renovar. Frente al ansia renovadora de aquel, la conservadora de Etienne, periodista musical, que le anima a reconsiderar lo que le rodea, a abrir los viejos libros antes de adquirir otros nuevos. La convivencia revive los roces infantiles de dos temperamentos contrapuestos con un origen común ante dos nuevas miradas, las de sus parejas.

Paul y Etienne encarnan las dos actitudes que predominaron en el confinamiento; el primero lo enfoca como paréntesis de tranquilidad que lamentará dejar y para el segundo es un frustrante límite a su libertad.

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Entre partidos de tenis, carreras, sesiones de cocina y lecturas, transcurren las vidas de estos cuatro burgueses en la dialéctica infinita que caracteriza el cine francés. Las anécdotas del mundo cultural salpican la verborrea de los hermanos, que también comparten dicho mundo.

El jardín, espacio casi salvaje, les conecta con la naturaleza, ese vínculo que tanta gente descubrió al constatar el crecimiento de las plantas, gracias a una observación que nunca antes habían desarrollado. Acianos, margaritas y amapolas tapizan el suelo sobre el que crecen pinos, abetos, cedros y árboles frutales.

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Assayas rueda una película agradable a los ojos, complaciente en el equilibrio entre aspectos dramáticos y cómicos, que retrata a la 'beautiful people' de la intelectualidad gala, cuyas grandes preocupaciones basculan entre la lana de sus calcetines o qué echar al crepe de cada día.

La aportación francesa clausura una competición por la Espiga de Oro en la que concurren cinco películas españolas, entre ellas la ópera prima de Marta Nieto, 'La mita de Ana', y 'salve María', la tercera de Mar Coll, la larguísima estadounidense 'The Brutalist', la inquietante 'Ojos extraños', de Singapur, y el cuento oriental de Gomes, 'Grand Tour'.

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