Portada del disco de The Spencer Davis Group.

La década prodigiosa

Caro Diario ·

A España el Free Cinema, con el franquismo de gestor cultural, llegó de aquella manera. En mi memoria son las salas de Arte y Ensayo de finales de los sesenta

Jorge Praga

Valladolid

Jueves, 29 de octubre 2020, 07:55

Hace algo más de una semana falleció en Londres Spencer Davis. Si el nombre no les dice nada, tampoco lo va a hacer el conjunto de rock –conjunto, así se les llamaba- que fundó en 1963: Spencer Davis Group. En los obituarios aparece una foto ... del cuarteto inicial, que contaba con la voz prodigiosa de Steve Winwood. Rostros juveniles bregados, angulosos, con dureza que no viene de la pose, sino de más adentro. Paisaje nublado, y al fondo, una barriada de casas de ladrillo. Inglaterra, década de los sesenta. Brota el rock and roll de la mano del rhythm and blues. The Kinks, The Rolling Stones, Cream. En paralelo, la moda que acorta faldas y alarga pelambreras, los primeros conciertos de masas, las sustancias psicotrópicas. Cada parcela social y artística sufre su propia sacudida. También el cine, el sólido cine inglés, ve llegar a nuevos autores que traen de muleta a los Angry Young Men del teatro de finales de los cincuenta.

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A España el Free Cinema, con el franquismo de gestor cultural, llegó de aquella manera. En mi memoria son las salas de Arte y Ensayo de finales de los sesenta las que me dieron la oportunidad de ver una Inglaterra diferente, agria, rebelde. Muy rebelde. La imagen por excelencia de esa fiereza juvenil es la de Tom Courtenay jadeando en el plano final de 'La soledad del corredor de fondo', a un palmo de ganar en la línea de meta con la disciplina impuesta por su preparador en el reformatorio. Detenido, el mentón en alto, desafiante, con una mirada que concentra todo su desdén hacia ese orden impuesto y servil. 'La soledad del corredor de fondo' la dirigió Tony Richardson en 1962, después de otro título que recoge el espíritu del movimiento, heredado del dramaturgo John Osborne: 'Mirando hacia atrás con ira'.

Tom Courtenay otra vez en 'Billy Liar', Albert Finney en 'Sábado noche, domingo mañana', Richard Harris en 'El ingenuo salvaje', rostros de esa juventud que bebe cerveza y busca la salida que les aleje del barro y del barrio. Mi memoria echa en falta en el ciclo 'Morgan, un caso clínico', de Karel Reisz. Y, por qué no, el primer Beatles de Richard Lester, 'Qué noche la de aquel día'. Perlas de una década en la que el cine cambió para siempre.

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