'Le miracle du Saint Inconnu'. El Norte

Cortos jugosos y un largo muy largo

Punto de encuentro ·

Una colección de cortos españoles en contraste con una fría comedia marroquí

Jorge Praga

Valladolid

Jueves, 24 de octubre 2019, 11:48

A estas alturas del festival, con las fuerzas menguadas y los ojos saturados, cualquier facilidad o ahorro se agradece muchísimo. Mejor comer de pinchos que un menú fijo de dos platos y postre, aunque al final pagas lo mismo y te pasas en un ... par de Riberas.

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Los pinchos llegaron con La Noche del Corto Español, adjunta a Punto de Encuentro. Seis obras de directores y equipos que arrancan en la profesión, y que en su mayoría han encontrado la convergencia entre la frescura juvenil y el empaque técnico. Cuestiones en ocasiones espinosas como la dirección de actores, el sonido, o el guion, salen adelante con buenos resultados, algunos casi óptimos. Empezando por estos, sorprende la mirada casi futurista de Boris Kozlov en 'El Método PIGS', un saldo oblicuo de los espacios familiares y laborales dominado por el esclavismo digital: repartidores a domicilio, prostitución casera, falsos gurús. Una sociedad asfixiante y asfixiada en la que es fácil reconocerse. 'Beef', de Ingride Santos, nos lleva a un instituto de educación secundaria en el que una alumna y una profesora chocan violentamente en el aula. Los que conocemos el terreno educativo podemos dar fe de la excelente verosimilitud de las situaciones, redondeadas en un final sorprendente. 'Todo el mundo se parece de lejos', de Rafa de los Arcos, vuelve a centrar su atención en una protagonista femenina, de la que la cámara no se separa en ningún momento, dejando en un fondo difuso los seres que la rodean y tratan sin ningún cuidado. Cada una de estas propuestas exige, y consigue, una intérprete que esté a la altura del primer plano que escarba en sus sentimientos. Lo mismo se puede decir de 'María', de Paco Ruiz, pendiente del sufrimiento de una madre que tiene a su cargo un hijo enfermo y violento. El reparto casi se acaba en ella, receptora facial de todas las tensiones. 'La prueba', de Joaquín Villalonga, es un ejercicio de diálogo rápido entre una pareja que espera el resultado de un test de embarazo, muy dependiente de la gracia verbal de los intérpretes. Por fin 'Solsticio de verano', de Carlota González-Adrio, plantea una rohmeriana estancia en una casa de campo a la que quizá le falta concreción argumental.

El menú rígido del largometraje se llenó con 'El milagro del santo desconocido', del joven marroquí Alaa Eddine Aljem. En su currículo encontramos estudios en el INSAS de Bruselas, pero el resto de su formación y ejercicio parece ser marroquí. Y la película lo es en sus escenarios, elegidos entre los desiertos más pedregosos del país. También en sus intérpretes, y en la sociedad que interviene. Pero hay algo que sorprende y cuesta trabajo encajar: su humor. Porque estamos ante una comedia, y las situaciones cómicas derivan de una concepción fría y geométrica del espacio, de un mundo hierático y perplejo. La puesta en escena tiene algo del cálculo exacto de Jacques Tati trasplantado a las estepas de Marruecos, o de la risa de sangre fría de países del norte. Por eso cuesta aceptar el marco tórrido, y el tono distante que multiplica en la mente los minutos de este largometraje. Aunque al final los destrozos de la risa se originan en cosas tan marroquíes como los cultos religiosos y sus disputas o la medicina disparatada que practica un doctor sin recursos. ¿Qué dirán los poderes marroquíes de esta sátira de mausoleos a santos desconocidos, y de una sanidad pública que atiende a los perros?

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