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El cine según Miguel Delibes

La Seminci rinde homenaje al escritor con la proyección de 'Un tranvía llamado deseo' y 'Mi tío', dos de sus películas favoritas

Domingo, 25 de octubre 2020, 08:48

No era ningún secreto, pero fue la Seminci de 1993 la que puso en común conocimiento la labor desarrollada por Miguel Delibes como crítico cinematográfico en El Norte de Castilla, sobre todo durante los años 40 y 50, las mismas décadas en las que ... escribió obras como 'La sombra del ciprés es alargada', 'El camino', 'La hoja roja' o 'Diario de un cazador', entre otras. Más allá de la coyuntura del momento, en aquellos escritos el novelista dejaba ver una visión del cine, un modo de entender el séptimo arte, que le llevaba a ensalzar películas como 'Un tranvía llamado deseo', de Elia Kazan, o 'Mi tío', de Jacques Tati, que Seminci proyecta este año como homenaje especial al escritor por su centenario.

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'Mi tío' se proyecta el lunes 26, a las 16.45 horas, y 'Un tranvía llamado deseo' el martes 27, a las 20.15 horas, ambas en la sala 11 de los cines Broadway.

Delibes fue siempre un entusiasta defensor del neorrealismo italiano, «una valiente reacción contra la dorada mentira de Hollywood», según sus propias palabras. El neorrealismo era un movimiento con el que no podía menos que verse identificado, dadas las características de su propio estilo literario, que posee una similar vocación naturalista, directa y espontánea. El propio novelista manifestó más de una vez que había aprendido de estas películas la importancia del humor para engrasar la narración y suavizar la crudeza de lo que se está contando.

En plena coherencia con su propio talante humano y personal, el novelista vallisoletano nunca fue amigo de los artificios o la sofisticación gratuita. Al igual que en su vida y en su obra literaria, Delibes apreciaba la naturalidad, la credibilidad psicológica de los personajes, la verosimilitud de sus acciones, y la coherencia narrativa. Por eso ensalzó una película tan tensa, dramática y sobria como 'Un tranvía llamado deseo', de Elia Kazan, un director cuyo estilo contrapone a la mayoría de las películas que llegan de Hollywood, que desdeña por su falta de personalidad, estandarización y la tendencia a «lo blando, lo amerengado y lo artificioso» que, a su juicio, manifiestan.

Delibes halla en esta obra -y en otras que también alabó del mismo director, como 'La ley del silencio'- esa tríada de elementos con la que tantas veces definió su quehacer novelístico: un hombre, un paisaje, en este caso urbano, y una pasión. En el párrafo final de su comentario sobre 'La ley del silencio', que es aplicable también a la película que la Seminci proyecta como homenaje, aparece otro de los ejes clave de lo que podríamos considerar la mirada de Delibes sobre el cine, que es la convicción de que las películas deben narrar con las imágenes. «Kazan ha contado la historia como debe contarse en el cine, utilizando la imagen como vehículo y haciendo que los actores que sirven al film sean algo más que unos muñecos mecánicos».

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Porque, según el escritor vallisoletano, «el cine actual es un cine que habla demasiado. Con frecuencia se le va toda la fuerza por la boca. Tremendo defecto, supuesto que no es la palabra sino la imagen la que ensalza al cinema a la categoría de arte».

Este carácter visual de la narración, y su renuncia expresa a la palabra, eran también las virtudes que le llevaban a admirar el arte cinematográfico del humorista francés Jacques Tati, y muy especialmente de su obra maestra 'Mi tío', donde prácticamente renuncia a la palabra (los pocos diálogos que aparecen son premeditadamente insustanciales) en favor de la comicidad procedente de la imagen, la música y los sonidos incidentales.

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En Tati, que estrenó su película en 1958, veía Delibes resurgir la comicidad de los viejos maestros del cine mudo, los Chaplin, Keaton y Harold Lloyd, que generaban un mundo de expresiones y emociones a través de su gestualidad física y su trabajo con la imagen. En el caso de Tati la expresión corporal se aproxima más a la aparente inexpresividad de Keaton que a Chaplin, pero en sus aires desgarbados hay también una cierta poética.

En un artículo de unos pocos años antes, 1954, Delibes se quejaba justamente de la decadencia en que se encontraba sumido el cine cómico desde la irrupción de la palabra hablada. «La comicidad cinematográfica, cuya base estuvo antaño en la pantomima y la pirueta, ha pasado a residir en una defectuosa dicción». Y es que «de aquella fórmula de hilaridad utilizada por Charlot, Buster Keaton Pamplinas o Harold Lloyd a esta otra aplicada hoy por los Bob Hope, los Cantinflas y los Sandrini, media un abismo». El autor de 'Cinco horas con Mario' sólo salva a Laurel y Hardy quienes «conservan una idea más aproximada de lo que debe ser la comicidad en el cine» o a los Hermanos Marx «siquiera su gracia siga siendo más propia de pista que de pantalla». Y lamenta la falta del abundante talento de antaño.

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El trabajo de Delibes como comentarista cinematográfico se vio acompañado, asimismo, de otras experiencias relacionadas con el séptimo arte que él glosó en varias ocasiones. Es muy conocido su papel como doblador de la versión española de 'Doctor Zhivago', de David Lean. Pero también su condición de figurante que el narró, con mucha gracia, en su artículo «Yo estuve a las órdenes de Orson Welles». En este texto, Delibes recuerda su frustrada participación como extra en la película 'Mr. Arkadin', del autor de 'El cuarto mandamiento'. El célebre director, de inconfundible apariencia, visitó Valladolid en la primavera de 1954 para rodar unas escenas carnavalescas en el Colegio de San Gregorio que debían formar parte de la película pero que, según cuenta Delibes, finalmente fueron suprimidas del montaje final. Y eso que Welles les hizo repetir la escena una y otra vez, hasta veinte veces. «Para Orson no contaba el desembolso, sino la estética», reconoció con cierta admiración el escritor vallisoletano.

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