Secciones
Servicios
Destacamos
Carlos Saura y Vittorio Storaro parecen a ratos 'la extraña pareja', con el director de fotografía italiano haciendo de Jack Lemmon y el realizador español de Walter Matthau. «Vittorio habla mucho, puede estar cuatro horas sin parar, y diciendo cosas interesantes», comenta Saura tras interrumpir ... un largo parlamento del italiano. «Yo lo odio personalmente, pero somos muy buenos amigos y trabajo muy a gusto con él», remacha. Y Storaro se ríe, cómplice, acostumbrado al humor del aragonés.
La pareja ha vuelto al musical con 'El rey de todo el mundo' y se ha centrado en esta ocasión en el patrimonio sonoro y dancístico de México. Como en otras obras anteriores, Saura combina lo culto y lo popular, la tradición y la modernidad, y se enfrenta a todo ello con una mirada respetuosa, pero de ánimo renovador.
Una nueva incursión de Saura en un género en el que se inició hace ya 40 años con 'Bodas de sangre' y al que ha acudido en más de una docena de ocasiones, lo que supone alrededor de una cuarta parte de su filmografía. 'Flamenco', de 1995, fue la primera que realizó con Storaro. Luego vendrían 'Tango', 'Io, Don Giovanni', y 'Flamenco, flamenco', una nueva vuelta de tuerca a un género que le apasiona. «Cuando entro en una sala donde se ensaya flamenco siento una trepidación enorme», confesó ayer.
Saura explicó que su pasión por la música viene de lejos. «Mi madre era pianista, y me hubiera gustado ser bailarín flamenco y violonchelista. Pero mi relación con la música es tan sólo de oyente». La afición se reforzó en sus inicios profesionales como fotógrafo, antes de convertirse en cineasta, cuando trabajaba para el Festival de Música de Granada y el de Santander.
«La música mexicana me ha gustado de toda la vida: Jorge Negrete, Vargas, Los Panchos… Cuando rodé allí 'Antonieta' (1982) me traje de allí muchísima música que he ido escuchando estos años, de modo que estaba deseando hacer algo», asegura.
El realizador aragonés reconoce que el cine todavía le sorprende y que no se cansa de trabajar. «He rodado casi cincuenta películas, y cada una es una experiencia nueva y diferente. Improviso muchísimo», reconoció. Y lo confirmó el bailarín clásico mexicano Isaac Hernández, una de las estrellas de la película. «Fue un desafío para mí, por el modo como el coreógrafo combinaba distintos estilos musicales, que a veces nos explicaba justo antes de rodar», recuerda. «Pero ha sido un sueño porque mi padre me enseñaba las películas de Saura 'Bodas de sangre' o 'Carmen', que me gustaban mucho».
«Yo he hecho de todo: fotografía, documental, teatro, ópera… pero el cine es el arte total donde se reúne todo. Por eso sigo trabajando», explicó Saura. «Desde el principio he intentado hacer lo que me gustaba a mí, con la esperanza de que gustara también a otros, lo que no ha ocurrido siempre», reconoció.
Vittorio Storaro, que recibirá hoy en la clausura del festival una Espiga de Honor a su trayectoria, reconoció que Saura, con quien ha trabajado en siete ocasiones, ha sido un director clave en su vida profesional. «En mi carrera pueden distinguirse cuatro momentos. Uno primero, dedicado a entender la luz, con Bernardo Bertolucci (con quien hizo, entre otras, 'Novecento' o 'El último tango en París'). Luego, con Coppola ('Apocalypse now', 'Corazonada') se trataba de trabajar la luz desde la emoción. Con Warren Beatty ('Rojos', 'Dick Tracy') se trataba de modelar el mundo. Pero la última fase, con Saura, ha sido distinta y me ha introducido en un mundo de investigación cromática».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.