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En el relato que siempre se ha vertebrado en torno al fin de ETA no faltan halagos y reconocimientos, justos, a la labor policial, política y judicial que facilitó la desarticulación de la banda armada, pero se ha invisibilizado notablemente la serie de hazañas de ... resistencia y pérdida paulatina de apoyo a los que la sometió la sociedad civil, sin la cual su fin no hubiera sido el mismo.
Lagun es una librería que nace en 1968 y ya entonces se enfrenta a multas de la policía del régimen, ataques guerrilleros de Cristo Rey y otros gestos de violencia del franquismo. A partir del 83 la rotura de cristales, la quema de libros y los ataques vienen de parte de otra bandera: el terrorismo proetarra. Su historia viene narrada en el documental 'Lagun y la resistencia frente a ETA', documental a concurso en la sección de no ficción Tiempo de Historia de la 64ª edición de la Seminci. Su directora, Belén Verdugo, los guionistas José María Izquierdo y Luis Aizpeolea, el historiador Luis Castells (hermano, además, de la fundadora de la librería María Teresa Castiells) y el cofundador de Lagun, Ignacio Latierro, presentaron la película el miércoles 23 en la librería Oletvm, en un encuentro con los medios previo a su proyección en el Teatro Cervantes.
«Reflejamos aquella sociedad atemorizada, que vivía bajo la sensación de que ETA era un movimiento invencible y por ello es tan significativa la figura de la resistencia», comenzaron los invitados. Izquierdo, precisamente, apuntó lo elocuente que resultaba ser «el primer documental sobre esta respuesta de la sociedad civil al terrorismo, cuando ya debería haber por lo menos veinte».
A lo largo de los años, pese a esa inicial aceptación que parecía tener la banda armada durante los setenta, los ochenta e incluso parte de los noventa (promovida, según Castells, tanto por una «equivocada idea de antifranquismo que se le achacó a los terroristas» como por las querencias nacionalistas del territorio), se fue gestando este sentimiento de descontento y de rechazo por ataques y decisiones de la banda que recrudecían su violencia en un 'crescendo' imparable que reventó con el asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997: «Había gente en su mayoría progresista, demócratas de todos los pelajes que venían de enfrentarse antes a la dictadura, muchos héroes anónimos, en los que se fue germinando este movimiento social que terminó contagiándose al resto de la sociedad», expusieron los guionistas.
Ignacio Latierro se manifestó «encantado de que la presentación de la película se haga en una librería, ya que puestos a hablar de resistencia nada como un librero en estos tiempos que corren», y aseguró estar más cómodo con el término 'resistente' que con el de 'víctima', aunque para nada se achacaba el papel de 'héroe': «Parece que hay un componente activo de voluntad, y lo que nosotros queríamos era simplemente tener una librería, que en tiempos del franquismo chocaba con lo que era el ambiente político y social de la época, porque pretendiamos llevar una cultura democrática, aunque luego nos sucedió lo mismo con ETA». El querer defender la libertad y la convivencia les hizo objetivo de la agrupación, en parte por «compartir con ellos un barrio que querían hacer suyo».
En cualquier caso, el documental testimonia la resistencia frente al acoso y la imposición de la banda terrorista, y lo hace, en palabras de la directora Belén Verdugo, «desde la verdad absoluta», en una batería de testimonios que «deben ser referencia para la gente joven, para que sepa lo que ha sucedido en este país; y recordar a los ciudadanos más mayores que esto ha pasado». La realizadora también valoró «la resistencia de estas personas fuertes que, aun amenazadas, siguieron la lucha, igual que aquellos periodistas que no abandonaron su trabajo».
'Lagun y la resistencia frente a ETA'' escoge varios aspectos de la realidad para que fueran complementarios. «El guion parte de la base de buscar un equilibrio de voces con el fin de que se encuentren presentes varias sensibilidades, épocas y puntos», explicaron los guionistas, que han dejado fuera en esta ocasión la perspectiva de los profesionales del mundo de la política. Ante la preocupación de vertebrar la construcción de un relato riguroso, «hecho con la máxima objetividad posible dentro de los límites», se centran esencialmente en la necesidad de visibilizar cómo la pérdida del apoyo social a ETA resultó fundamental para su disolución: «Cuesta que la mayoría silenciosa salga a la calle, y aunque se tardara finalmente se pudo constatar que las calles ya no le pertenecían a ETA», señaló Latierro
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