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Entre las muchas sorpresas que depara '¡Berlanga!', el original documental con que Rafael Maluenda homenajea al cineasta valenciano, destaca la que nos desvela que estuvo a punto de trabajar con Brigitte Bardot, cuando todavía no era la celebridad en la que finalmente se convirtió. Pero ... no menos desconocida es la que revela que, cuando el PCE tomó el control de Uninci, la productora a la que el director había cedido su 'Bienvenido Mr. Marshall', fue boicoteado por los comunistas, que no le aprobaban ninguna idea, y no volvió a trabajar para ellos.
El encuentro con Bardot se produjo en 1953, en el marco del festival de Cannes en el que Berlanga y Juan Antonio Bardem presentaban 'Bienvenido Mr. Marshall. El director valenciano ya se había quedado prendado de la belleza de la actriz, que en Cannes ejercía de starlette, cuando la vio en la playa situada ante el Hotel Carlton. Y, para su sorpresa, volvió a encontrársela en un cóctel, en el que ella le mostró su admiración por su película y le manifestaba su deseo de trabajar con él en algún momento.
«Hay fotos de ese encuentro, en las que se ve a Berlanga, Bardem y Bardot en una escalera en Cannes», recuerda Rafael Maluenda, «pero no pudimos usarla en la película porque su archivo personal había sido embalado en cajas sin clasificar con destino a la Filmoteca Nacional».
El caso es que cuando Berlanga recurrió a Benito Perojo para salvar el parón forzado al que le sometían en Uninci, y se planteó el proyecto de 'Novio a la vista', basado en un texto de Edgar Neville, el director valenciano pensó en Bardot e incluso contactó con ella. Pero estaba haciendo otra película en ese momento, lo que obligaba a retrasar varias semanas el rodaje en España, y la productora española consideró excesivo hacer tal sacrificio por una actriz completamente desconocida. Y así fue como Luis García Berlanga, y España, perdieron la ocasión de convertirse en los descubridores del principal mito erótico de los años 60 y 70.
«Desde el principio quise que mi documental fuese una película popular, como era el cine de Berlanga, dirigida al gran público», explica Maluenda. De ahí el recurso, ciertamente original, a salpicar el relato con escenas 'berlanguianas' protagonizadas por actores habituales de sus películas, en sketches articulados en planos secuencia que recuerdan las películas del realizador.
La película está concebida también como un instrumento para salvar la brecha generacional cultural, que lleva a que las nuevas generaciones de aficionados prácticamente lo ignoren todo sobre el cine clásico. «Creíamos que no debíamos perder la oportunidad.Hoy los estudiantes de cine no sólo no saben quien es Berlanga si ni siquiera Orson Welles, o John Ford. No digamos ya Mizoguchi. No puedes explicar que Renoir era hijo del pintor porque tampoco se sabe que hubo un pintor. Esto muestra que, como sociedad, estamos primando otras cuestiones y no estas».
Maluenda destaca que Berlanga era un hombre que «siempre puso a las personas por encima de las ideologías», lo que le permitió tener amigos de muy distinta condición hasta el fin de sus días. «En España tenemos mucha tendencia a arrimar a los artistas a nuestra ascua, llevándolos a nuestro terreno ideológico. Berlanga no participaba de eso», opina.
En la película, al referirse al boicot de Uninci, el director de la Filmoteca de Cataluña, Esteve Riambau, explica que en la España de la época «sólo había una cosa más difícil que ser antifranquista: ser, al mismo tiempo, anticomunista».
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