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La Casa de la India está en Valladolid porque el corazón de España está aquí». No cabe mucha más declaración de intenciones del embajador de la India en España, Dinesh Kumar, durante la gala del cine de su país celebrada anoche en el teatro Zorrilla ... . Era la culminación al 'desembarco' de su celuloide en la Seminci como invitado.
Cuando se baje el telón se habrán visto 17 películas en su sección especial, una exposición con las imágenes de la fascinación que produjo en Carlos Saura y la presentación ayer del libro 'El cine de la India. Tradiciones, rupturas y disidencias', que ha coordinado el crítico Carlos F. Heredero.
Y es que Valladolid es la ciudad más india de la península. No solo tiene una Casa de la India (acaba de cumplir 20 años), sino un hermanamiento con Ahmerabad, séptima gran urbe del país más poblado de la Tierra. Y con su río, el Sabarmati.
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De todas formas, no se necesitan grandes excusas para intentar atraer el interés de la primera potencia mundial del séptimo arte. Porque sus cifras son mareantes. Cada día se estrenan cinco grandes proyectos. Eso significa que en un mes ya han superado todo lo que se graba en España en un año. Su producción ronda las 2.000 películas al año.
Acuden a las salas casi mil millones de espectadores por temporada, que el año pasado dejaron en taquilla más de 1.100 millones de euros. Cualquiera que haya visitado la India y entrado en un cine se sorprende de la particular comunión de sus espectadores con las historias. La emoción de las pantallas se instala en los patios de butacas desde el primer fotograma. Siempre.
Por todo esto, intentar abrazar su cine clásico y el contemporáneo en un libro fue una tarea «casi inabarcable», admitió ayer Carlos F. Heredero en la mesa redonda sobre cine indio que se celebró en el Salón de los Espejos del teatro Calderón. A todo el mundo le suena 'Bollywood' (es decir, Bombay), pero hoy ya solo es «uno de los cuatro o cinco enormes centros de producción del país», insistió Heredero, que ha coordinado junto a César Combarros las aportaciones de una quincena de críticos. En las 500 páginas del texto se intenta «recorrer desde lo más clásico hacia lo contemporáneo, la audacia, ambición y lucha por las libertades que también están en sus propuestas y temáticas».
Autores como Tarsem Singh, que anoche presentó en la gala 'Dear Jassi', tras ocho años lejos de las cámaras. Es uno de los directores más internacionales, con habitual presencia en Hollywood y películas como 'Mirror Mirror' (con Julia Roberts), 'La celda' o 'Emerald City'). Además de haber trabajado con grandes estrellas de la música desde Lou Reed a Lady Gaga. Para él «las reglas del cine indio que conocí en mis orígenes están cambiando y hoy se impone una nueva generación que busca nuevas historias de regiones y de una sociedad que se salen de lo tradicional».
En similares términos se pronunció en el debate el productor Bobby Bedi que admite que cada vez produce más proyectos «influidos por las propuestas regionales como las bengalíes o del Himalaya». De hecho, los grandes estudios de Bollywood ya solo se encargan de una tercera parte de las producciones y el país presume de «cuatro o cinco alternativas más». Aunque Bedi admite que todavía «mandan los conceptos de lo musical y coreográfico».
A pesar de sus aplastantes números, no saltó grandes barreras hasta que «alcanzamos la mayoría de edad en los 90 -opina la directora Reema Sengupta-. Hasta ese momento había sobre todo un cine de celebración más que de relato de la realidad».
Pero su industria está atenta al pálpito de sus bulliciosas calles. «Hay una nueva generación de cineastas pero también de públicos», resume la adjunta al Ministerio de Información y Comunicación de la India, Neerj Shekhar. Y por eso, en la vastísima oferta se impone cada vez más «el avance del cine independiente. Hay un cierto escapismo de lo comercial. Por eso hay que ser versátil con lo que aportamos a la gente», reflexiona la directora, actriz y productora Vani Tripathi.
El tópico habla de películas que usan el formato coreográfico como descanso de guiones y enganche de sus espectadores. Para Bobby Bedi las cosas están cambiando. «Empezamos copiando modelos americanos. Pero ahora usamos la música no para contar una historia sino para interrumpirla. Nos hemos salido del 'mainstream' (mayorías) para seguir indagando en nuestro propio camino».
El futuro no les pillará desprevenidos. «Hay que estar atentos a la revolución digital que lo está cambiando todo», avisa Bedi. Para la mayor potencia informática del planeta no será problema. El 20% de lo digital fílmico del mundo lleva ya su sello.
El 'elefante' cinematográfico de la India ofrece grandes oportunidades. De entrada, fiscales, con rebajas del 35% de los impuestos en coproducciones internacionales en su suelo que superen los 25 millones de rupias (cerca de 300.000 euros). Otros incentivos como la contratación de trabajadores locales pueden reducir las exenciones hasta el 50%. No es de extrañar que ayer se acercaran a presentar sus respetos en la Gala desde el alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero o la viceconsejera de Cultura, Mar Sancho. De hecho y estos días, Salamanca es el plató de una producción de esta enorme potencia.
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