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EL NORTE
Miércoles, 26 de octubre 2016, 10:31
Javier Pérez Pellón firmaba en El Norte de Castilla del 26 de abril de 1960 una de las primera crítica publicadas en España de la película 'El séptimo sello', una obra maestra del cine que se estrenó en la Seminci de 1960.
«Ingmar Bergman y su Séptimo sello es el binomio de artista y su obra que, rozando los linderos de lo sublime, dejará más profunda huella en las pantallas del cine. Jamás la preocupación intelectual de un artista había logrado plasmarse en las chinescas sombras de la pantalla con tan alto sentido de la belleza y con tan justa medida de la técnica como en la obra de Bergman. «Nosotros, ha declarado Bergman, manejamos un instrumento tan refinado, que con él nos será posible introducir en el alma humana una luz infinitamente viva y anexionar a nuestro conocimiento nuevos dominios de lo real... Nosotros, los que hacemos films, no utilizamos nada más que una parte minúscula de un poder limitado, no hacemos más que mover el dedo pequeño de un gigante».
Con el instrumento poderoso del cine, Bergman se introduce en el espíritu de los hombres y nos da la visión de sus escondidas y hondas preocupaciones: la existnecia de Dios, el bien y el mal, la virtud y el percado, la incógnita de otra vida supraterrenal que no se puede descubrir ni en los linderos de la muerta.
El que aquí véis, declara Bergman, ha nacido en el seno de una familia de pastor; aprendió muy pronto a mirar las fronteras de la vida y de la muerte. Mi padre tenía que hacer continuamente entierros, celebrar matrimonios, bautismos, y escrbiir sermones. Desde muy temprano yo oí hablar del diablo; y yo le buscaba para representármele bajo una forma perfectamente concreta».
Bergman, con sus obras, inicia el camino para encontrarse a sí mismo, para encontrar la verdad y explicársela a los hombres: «Yo trato de buscar la verdad sobre la condición de los hombres, la verdad como yo la veo». El séptimo sello es la búsqueda angustiosa de esta verdad; es la necesidad de encontrar la fe, de conocer a Dios.
Los diálogos de Bergman, los más perfectos que hasta ahora se han llevado al cine, están transidos de honda emoción humana, son los eternos problemas del hombre que afloran a los labios de los personajes creados por este indiscutible genio del cine. Bergman es generoso y trata de transmitirnos todas su preocupaciones. «Yo ofrezco todo lo que poseo. Y todo lo que yo puedo adquirir o desentrañar».
El realizador sueco, aparte de su profundida intelectual y sinceridad expositiva, posee el secreto de una técnica y de una calidad artística que él ha descubierto en el cine.
El percecto ensamblaje de la luz y de la sombra, de la ficción y de la realidad, de lo patético y lo sencillo, hacen de El séptimo sello un prodigio de plasticidad, un orgiástico y continuado espectáculo de la belleza.
Pocos films como El séptimo sello nos han impresionado y conmovido tanto. Pocos films de tan alucinantes transfondos se han dado en la historia del cine. Premiado con el Lábaro de Oro, esta película de Bergman es el más alto exponente de que el cine puede ser un medio perfecto de la comunicación espiritual entre los hombres».
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