La revista 'Sciences Advances' ha publicado este viernes un artículo sobre los senos frontales de los primates, para el cual se ha investigado esta región anatómica por primera vez en todas las especies de la evolución humana, utilizando imágenes de TAC.
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El trabajo –en el ... que han participado científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, así como el director científico del Museo de la Evolución Humana (MEH), Juan Luis Arsuaga– reúne la mayor base de datos acerca de las enigmáticas 'bolsas de aire' que se forman en la región anterior del hueso frontal, justo por encima de las órbitas de los primates.
Según explican desde el Museo, aunque parezca sólido, hay «mucho hueco» en el cráneo humano. «Para empezar, está la gran cavidad donde se alojan el cerebro y el cerebelo, así como los senos maxilares, porque la cara es aire con unas finas paredes de hueso. Finalmente, por encima de los huesos nasales y de las órbitas, en el hueso frontal, hay senos·, que han sido el objeto del presente trabajo, para el que se han estudiado seis cráneos procedentes del yacimiento de Atapuerca (Burgos). Cinco de ellos se hallaron en la Sima de los Huesos y uno en Gran Dolina.
Los resultados del estudio indican ciertas diferencias entre las especies del género 'Homo', por lo que la forma y el tamaño de los senos frontales podrían ser variables biológicas potenciales para distinguir especies.
En gorilas y chimpancés, así como en los más antiguos de la genealogía humana ('Sahelanthropus', 'Australopithecus' y 'Paranthropus'), los senos frontales expanden su volumen sin ningún tipo de restricción en el hueso frontal. En cambio, el incremento del volumen del cráneo y del cerebro en las especies del género 'Homo' limitan tanto el tamaño de los senos frontales como el de las superestructuras óseas que se forman encima de las órbitas.
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Según indican desde el Cenihe, es muy posible que el tamaño y la forma de los senos frontales «no tengan un valor adaptativo esencial para la supervivencia», sino que tales parámetros pueden ser una consecuencia secundaria de la organización y el peculiar desarrollo de los huesos del cráneo y de la cara durante la evolución.
Tradicionalmente, la presencia de los senos frontales se ha interpretado bien como una adaptación a climas fríos, bien como un refuerzo para disipar las tensiones que originan los músculos durante la masticación. Ni la interpretación climática ni la biomecánica parecen compatibles con los resultados de la investigación, informa Ical.
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Por ejemplo, los neandertales padecieron la última gran glaciación y se sabe que usaban sus dientes anteriores como una tercera mano. Esta última costumbre provocaba una fuerte tensión en los huesos del cráneo. Sin embargo, tanto la forma como el tamaño de los senos frontales de los neandertales no son muy diferentes a los de otras especies del género 'Homo'
«En consecuencia, las dos hipótesis clásicas para explicar el desarrollo de los senos frontales deben ser desechadas definitivamente y en este artículo hemos tratado de buscar alternativas», señala la investigadora del Centro Mixto UCM-ISCIII afiliada al Cenieh, Elena Santos,
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Por su parte, Arsuaga valora la «enorme cantidad de información» publicada en el artículo, que es una «mina» para futuros estudios de la neumatizaciónfrontal, porque nunca se había puesto a disposición de la comunidad científica un catálogo de fósiles tan completo como este. Así, indica que la gran pregunta que se busca responder este estudio es: «¿de qué depende el tamaño de los senos frontales en un cráneo?».
«Las respuestas que se han dado en el pasado, cuando solo se contaba con las placas radiográficas de unos pocos fósiles, son muy variadas. ¿El desarrollo de los senos frontales tiene que ver con el sexo del individuo? ¿Con el desarrollo del toro supraorbitario en cada especie? ¿Con la biomecánica de la masticación y la disipación de esfuerzos, es decir, con la alimentación? ¿Con el aislamiento del cerebro del frío exterior en ambientes árticos? La lista de conjeturas que se han propuesto es larguísima', afirma Juan Luis Arsuaga.
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En el estudio se analizan todas las alternativas, se descartan algunas y se abren otras posibilidades, porque este es un trabajo que servirá para la reflexión y para el debate. Entre las conclusiones hay una muy interesante para el director científico del MEH, acerca de cómo la forma de los senos frontales y la del lóbulo frontal del cerebro están relacionadas a partir de 'Homo erectus'.
«A los investigadores de Atapuerca les interesan todos los fósiles desde 'Homo erectus', porque los yacimientos abarcan más de un millón de años. Pero hay tres cráneos que merecen una mención aparte. Son los de Broken Hill (Kabwe) en Zambia, el de Bodo en Etiopía y el de Petralona en Grecia. El desarrollo de los senos frontales es descomunal en estos tres ejemplares, que por compartir este rasgo han sido agrupados bajo el nombre específico de 'Homo rodhesiensis'.
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Según indica, al ser ejemplos aislados, en los tres casos podría tratarse de «simple variabilidad poblacional», pero la Sima de los Huesos en Atapuerca es de la misma época, y ha proporcionado muchos cráneos «y nada parecido a esos monstruosos senos frontales se ha encontrado». «En consecuencia hay que tomarse en serio la posibilidad de que en África y Europa viviera una especie (H. rodhesiensis) que no pertenecía a la línea de los neandertales ni a la de los humanos modernos», concluye el director científico del MEH.
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