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Pepe Jiménez Lozano.Cristóbal Halffter. / Alberto Mingueza
El rincón de Galatea: la música como lenguaje universal (y el tiempo como regalo)

El rincón de Galatea: la música como lenguaje universal (y el tiempo como regalo)

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Siempre nos quedará leer, escuchar música, ver cine en casa, volver a los clásicos de cualquier disciplina, descubrir a artistas en los que no habíamos reparado o a los que, simplemente, habíamos descartado por falta de tiempo

Viernes, 20 de marzo 2020, 17:26

(*Cada semana, José María Cillero escribe sobre la actualidad cultural de Castilla y León y de todo el mundo. Si eres suscriptor, apúntate aquí a esta newsletter.)

Tal vez porque la música sea el más universal de los lenguajes, por su capacidad de serenar el alma cuando más lo necesitamos, como justamente ahora, el caso es que esta semana nos ha salido un número de 'La sombra del ciprés' de lo más musical. Con un artículo en el que Fernando Herrero glosa la figura de Beethoven en el 250 aniversario de su nacimiento, o con la reseña que hace Carlos Aganzo sobre el libro 'Tocar la vida', de Chema García Martínez, que nos adentra en la bendita locura de los grandes maestros del jazz. Pero, sobre todo, con el homenaje a quien personifica la elegancia en el arte de la música clásica, el berciano nacido en Madrid Cristóbal Halffter, a quien mi compañera Victoria M. Niño entrevistó hace unos días en el castillo en el que vive en Villafranca del Bierzo. Al cumplir 90 años, Halffter preparaba el estreno la semana que viene de un obra en el Auditorio Nacional que ahora, como prácticamente cualquier proyecto creativo de la disciplina artística que sea, como cualquier proyecto vital, tendrá que esperar, obligándonos a un sacrificio que al menos debería de servirnos para hacer una pausa en ese viaje continuo de nuestro corazón a nuestros asuntos para que apreciemos todo lo que nos perdemos cuando nos privan de una parte importante de nuestras vidas. De las visitas a los museos y galerías de arte, de las representaciones teatrales, y de ballet, de conciertos y de estrenos cinematográficos, de lanzamientos editoriales, de recitales poéticos, de conferencias, mesas redondas, congresos artísticos, literarios, seguramente hasta de las ferias del libro... En definitiva, de todo ese alimento espiritual que no tiene la suerte de mostrarse accesible en los lineales del supermercado, pero cuya carencia desbarata por completo cualquier atisbo de dieta equilibrada y nos obliga a volver a todo lo creado hasta ahora, una oferta ingente de libros, de obras artísticas y musicales, de películas, de cultura siempre al rescate del ser humano en sus momentos más difíciles, pero que estamos obligados a vivir llenos de esperanza.

Siempre nos quedará leer, escuchar música, ver cine en casa, volver a los clásicos de cualquier disciplina, descubrir a artistas en los que no habíamos reparado, con lo que en algún caso habíamos sido injustos, que nos pillaron en mal momento, o a los que, simplemente, habíamos descartado por falta de tiempo. Un regalo, el tiempo, que ahora nos hacen, es cierto que no lo habíamos pedido así, en estas circunstancias, pero que sería muy poco inteligente rechazar.

Cuidénse, no salgan de casa y vigilen su dieta. Que sea equilibrada.

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