«Era tal vez esa nostalgia de la grandeza británica gradualmente perdida desde principios del siglo XX, presente en la obra de EM Forster, la que llevó a los responsables propagandísticos de su país a escogerle como estandarte del 'carácter británico'»
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Edward Morgan Forster, autor de novelas como 'Howards End' y 'Pasaje a la India', entre otras, de cuya muerte se cumplirán cincuenta años el próximo mes de junio, fue uno de los escritores escogidos por la propaganda de su país para, en plena Segunda Guerra Mundial, extender por el viejo continente las bondades del 'carácter británico'.
Un carácter que venía a incidir en la idea de que el Reino Unido era un país fiable y un decidido agente en defensa de la democracia. Un modelo de buena diplomacia, pragmatismo, autocontrol, resiliencia y hasta buen humor, virtudes que las autoridades consideraban claves para que el país jugase un papel primordial como actor en la difícil tarea de reordenar el mundo tras la devastación causada por el conflicto bélico.
Y era tal vez esa nostalgia de la grandeza británica gradualmente perdida desde principios del siglo XX, presente en la obra de EM Forster, -que ha sido adaptada al cine en memorables películas-, la que llevó a los responsables propagandísticos de su país a escogerle, junto a TS Elliot, Rebecca West o Virginia Woolf, como estandarte del 'carácter británico', o lo que es lo mismo, Gran Bretaña como baluarte moral y cultural del la civilización europea. Pero lo cierto es que, además de añoranza por el ocaso del esplendor de una época (muy presente en 'Howards End'), Forster convirtió en temas recurrentes de sus obras- solo publicó cinco novelas, cuatro de ellas en cinco años entre 1905 y 1910 y la quinta y última en 1924, 46 años antes de su muerte- las injusticias derivadas de una sociedad compartimentada en clases irreconciliablemente cerradas, así como los problemas de las mujeres ('Una habitación con vistas') e incluso el racismo (la ya mencionada 'Pasaje a la India').
No deja de resultar paradójico, por lo tanto, que los presuntos intelectuales del 'brexit' -siendo lo suficientemente ingenuos para aceptar que el 'brexit' cuente con intelectuales en el buen sentido del término- traten de arrimar la obra de Forster a su causa, como si el autor que pasó media vida viajando y residiendo en países como Italia, Grecia, Egipto, o la India, de haber seguido vivo, hubiese aceptado de buen grado asumir el rol de inspirador de un movimiento rupturista que en su huida de las certezas y su apelación a los instintos, con argumentos basados en datos no constrastados cuando no directamente inventados, va camino de dilapidar el tesoro que el Reino Unido alguna vez tuvo como país fiable, estandarte de las esencias morales y culturales de la vieja Europa.
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