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Federico Fellini comparte con su coetáneo Miguel Delibes su capacidad para construir su obra creativa a partir de un retrato veraz de su tiempo; un oído magistral que si en el caso del autor vallisoletano le valió para ser de los primeros en alertar sobre el peligro de extinción de la cultura rural y sobre las consecuencias de los perjuicios para el medio ambiente de un progreso mal planificado, a 'Il maestro', también conocido como 'FeFe', le sirvió para anticipar con sus películas la decadencia que estaba por llegar a Italia, con experiencias de liderazgo como las de Berlusconi o Salvini, un grotesco espectáculo inmerecido por los italianos del siglo XXI que se resiste a desaparecer.
Y esos cuadros tan pegados a la realidad italiana que firmó el genio desbordante de Rimini -mediante el neorrealismo, el costumbrismo, el surrealismo o combinando todos-, se ganaron el aplauso de los aficionados al cine de todo el mundo, incluido Hollywood, que concedió a Federico Fellini cuatro Oscar a la mejor película extranjera por 'La Strada' (1954), 'Las noches de Cabiria' (1957), '8 ½' (1963) y 'Amacord' (1973), además de uno de honor en 1992 por toda su carrera. Méritos estos que invitan a reflexionar sobre si quizá Fellini, figura universal del cine, se adelantó al tiempo que le hubiera tocado vivir y que de haber habitado este presente, con una sociedad más globalizada que la de cinco décadas atrás, sus éxitos no se habrían visto limitados a competir en la liga de los filmes extranjeros.
Por lo demás, la semana ha dejado una buena noticia para la cultural de Valladolid y de toda la región, con la operación por la que el teatro Lope de Vega, inaugurado en 1861 y desde el año 2000 sometido a una muerte lenta, pasa a ser de titularidad municipal para convertirse no en una sala más para la exhibición de teatro, sino en algo más ambicioso... algo que, por enlazar con el protagonista de La sombra del ciprés de esta semana, guardaría similitudes con la Cinecittà de Fellini, pero del arte escénico. La operación, que no deja de ser un acierto, sirve de ejemplo, y no precisamente bueno, de la forma en la que se gestionaban los recursos de un modelo financiero como el de las cajas de ahorro, con innumerables virtudes como herramientas para el desarrollo económico, pero con el lastre también de decisiones no siempre tomadas con responsabilidad y sensatez.
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