Museo Kunsthaus Graz (2003), de Peter Cook y Colin Fournier, en Graz (Austria).El Norte
El rincón de Galatea: arquitectura para anticipar el futuro
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«El esfuerzo de intentar ver por encima de los tejados de las ciudades que habitamos es siempre un primer paso en el reto de encontrar caminos para mejorar el mundo»
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Al igual que la historia de la literatura ha dejado un puñado de nombres de autores que se atrevieron a aventurar el futuro, Verne, Wells, Bradbury, Asimov, Clarke..., la arquitectura también tiene ejemplos de creadores que soñaron cómo sería el mundo, las ciudades, las formas de vida de sus habitantes o su relación con el entorno. Arquitectura como camino para avanzar hacia una nueva frontera, como manera de entender el medio, pero también de anticipar lo que viene, incluso con propuestas de habitabilidad de planetas más allá de la Tierra.
El 'monstruo azul', también conocido como 'el alienígena amable' (friendly alien), si bien su nombre oficial es Museo Kunsthaus Graz, en la segunda ciudad más importante de Austria, proyectado por Peter Cook y Colin Fournier; las ideas rupturistas y psicodélicas del grupo Archigram, los Monty Phyton de la arquitectura británica -cuyas originales propuestas se pudieron ver en la sala de la Pasión de Valladolid hace diez años-; el ya icónico y prototípico Centre Pompidou de París, concebido por Renzo Piano y Richard Rogers, o las obras singulares de Emilio Pérez Piñero, un creador español cuya carrera se truncó en accidente de tráfico a los 37 años, son ejemplos del trabajo de esas mentes inquietas, capaces de trascender del asfixiante ritmo del día a día para pararse a imaginar hacia dónde va o podría ir el mundo cuando ya no estemos aquí para vivirlo esos extenuados habitantes del presente a los que el agobio cotidiano -que rebosa ahora de mascarillas de protección, de alertas sanitarias sobredimensionadas y de cierta estupidez colectiva- no siempre nos permite entender lo que ven esos pocos dotados para mirar más allá de la línea del horizonte inmediato. El esfuerzo de intentar ver por encima de los tejados de las ciudades que habitamos es siempre un primer paso en el reto de encontrar caminos para mejorar el mundo, de intentar dejar un lugar mejor que el que nosotros nos encontramos.
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