El rincón de Galatea: Manuel Alcántara, siempre por delante
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«Alcántara acostumbró a miles de lectores de El Norte, de Sur, de El Correo, de Ideal, de Diario Montañés y de tantos otros a empezar a leer el periódico por el final, por la contraportada»
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«A veces, cuando una persona falta, el mundo entero parece despoblado».
(Alphonse de Lamartine).
Aquí estamos, avanzando en el proceso de duelo por la pérdida de Manuel Alcántara hace ya 205 días. No parece una cifra redonda, ni una efemérides al uso, pero la añoranza de verdad no entiende de fechas y esta es una ausencia a la que resulta difícil acostumbrarse tras treinta años de presencia cotidiana en nuestras vidas, tras casi once mil columnas, once mil píldoras de periodismo independiente en dosis diaria, de análisis certero, de mirada socarrona, de luz mediterránea, sobre una actualidad empeñada en transitar por caminos brumosos que solo conducen a la melancolía cuando no directamente a la desesperación absoluta.
Alcántara, poeta antes que cronista deportivo, decano del columnismo español por derecho propio, acostumbró a miles de lectores de El Norte, de Sur, de El Correo, de Ideal, de Diario Montañés y de tantos otros a empezar a leer el periódico por el final, por la contraportada, con esa sonrisa de medio lado que a buen seguro le produciría saber que justo cuando la luz rosada bañaba el cielo del atardecer de su malagueño Rincón de la Victoria, mientras decenas de redactores jefes de los diarios regionales de Vocento reunidos en torno a sus respectivos directores se afanaban en lo que aspiraba a ser sesudo debate para escoger con acierto los temas que compondrían la portada de la edición del día siguiente, él, reunido consigo mismo y con su gin-tonic, comenzaba a posar dos dedos de cada mano en las teclas de su vieja Olivetti para levantar acta en 340 palabras de lo verdaderamente importante de cada día.
Y es que Manuel Alcántara, que siempre fue detrás, iba siempre por delante.
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