Imagen de la instalación audiovisual 'Highway Gothic', de Ellen Gallagher, en el Centro Botín, Belén de benito

La reveladora huella humana en el fondo abisal

El Centro Botín muestra dos décadas del trabajo en torno al Atlántico de la artista Ellen Gallagher, quien recrea la historia de la esclavitud y la crisis climática a partir de material marino

Victoria M. Niño

Santander

Viernes, 15 de abril 2022

Morfeo y medusas, perlas y huesos, corales y restos inorgánicos que necesitan miles de años para dejar de serlo, todos ellos conviven en la obra de Ellen Gallagher. La artista estadounidense debuta en España con la exposición 'A law... a bluepaint...a scale', título de ... una canción de Sun Ra. La música de este jazz man, los audiovisuales de Edgar Cleijne, las aportaciones de oceanógrafos y la publicidad de los fanzines dirigidos a la población negra de EE UU desde los años cincuenta acompañan la larga lista de materiales y técnicas que despliega la creadora. Todo ello para contar la crisis climática, la historia de la esclavitud, la feminidad racial, la ambigüedad sexual y, sobre todo, para subrayar la metamorfosis continua de la vida.

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El Centro Botín de Santander celebra los cinco años de su apertura y la temporada de normalidad tras dos años de pandemia con esta exposición que recoge dos décadas del trabajo de Gallagher relacionado con el mar. Residente en Rotterdam, pescadora antes que artista, Ellen, quien declinó participar en la inauguración pese a estar en Santander, dialoga en esta ocasión con el Cantábrico. El emblemático edificio de Renzo Piano, volcado sobre la bahía, y con grandes cristaleras al azul, resulta insignificante en esta ocasión pues la muestra no mira fuera. Junto a la obra pictórica, tres instalaciones audiovisuales realizadas en la última década con Edgar Cleijne.

'Highway gothic' (2019) es la primera, la que recibe en su oscuridad azul al visitante. La película ocupa el centro de la gran sala, en ella un hombre negro conduce una barca por los humedales de Nueva Orleans, todo se mueve excepto su mirada fija. La construcción de la autopista ha cambiado la vida de los habitantes y los crustáceos del lugar. Cianotipos y telas con los negativos de esos animales envuelven la sala. El título hace referencia a la letra gótica que utilizan las señales estadounidenses.

De la oscuridad a la luz. 'DeLuxe' es una serie de 2004/2005 en la que Gallagher demuestra un humor ausente en el resto del trabajo expuesto. Juega con páginas de periódicos, sobre todo con los mensajes publicitarios. El componente racial es ineludible en la propuesta de esta hija de caboverdiano e irlandesa. Toca el pelo afro con pelucas barrocas, con bisoñés rubios. Recorta ojos y bocas, los rostros se transforman en personajes, los lemas de los anunciantes, en provocación. Plastilina, goma, papeles pintados, todo la sirve.

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De la ironía a la denuncia. 'Drew Breaker' es un monstruo marino cuya cola está poblada de la basura humana que se ha ido depositando en el mar. La criatura está dibujada sobre un severo papel pautado en el que la libertad parece imposible. Y como si Gallagher no pudiera permanecer demasiado tiempo con la misma técnica, 'Morphia' muestra su pericia con el papel. En esta serie, colgada entre cristales para que pueda verse anverso y reverso, trabaja sobre ambas superficies. Dibuja, taladra, logra pequeños relieves.

'Water Ecstatic' es otra serie de acuarelas que desde el título apuntan a la paradoja de fijar lo móvil, de congelar el líquido. Las medusas se enredan entre las poseidonias, los colores claros contrastan con la siguiente sala dedicada a las 'Black Paintings'.

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Nada tienen que ver las pinturas negras de Goya con las de Gallagher, que emparenta con la abstracción de Malevich. El negro remite en el caso de ella al petróleo, al crudo que se extrae del interior de la tierra, ese que conecta con el fondo marino y, a la vez, lo amenaza. La historia de la humanidad está hecha de explotación y colonización de hombres y de recursos, denuncia Ellen. En este caso, el cormorán es el símbolo, ave que usa sus alas para nadar y volar siempre que no estén teñidas de fuel.

Si las películas estaban hechas de gelatina de ballena, su mundo en negro está hecho de esmalte brillante que da una primera impresión únicamente de color y a medida que el ojo se va acostumbrando, encuentra formas y texturas, marinas pero también monstruos que bailan o la cabeza de una mujer negra. Gallagher busca replicar lo que vemos con los párpados cerrados y lo salpica con sutiles burbujas de luz.

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Estas pinturas azabache rodean la segunda instalación audiovisual llamada 'Better Dimension'. En el centro de la caja, un holograma de J. F. Kennedy gira sobre un disco de Sun Ra, activista que inspiró el ideario de Malcolm X. Suena la canción 'Nuclear war' (1982) del músico. Ese mismo año el Museo del Cantábrico de Santander lucía una pieza hallada en el Cantábrico, un hueso de cetáceo, con los restos de otros ermitaños viviendo de él. La primera visita de Gallagher y Cleijne a la ciudad pasó por dicho museo que ahora presta la pieza para la exposición. La caja tiene además cuatro proyectores que muestran la pintura de la artista sobre diapositivas de naturalista, imágenes de microscopio proyectadas a gran escala. Esos colores adquieren formas sorprendentes y se multiplica en su intenso grano. En su parte exterior, la caja luce escritos del citado Sun Ra.

El Centro Botín proyecta fuera del edificio 'Osedax', el tercer audiovisual que, este sí, conecta con el mar del exterior. El nombre viene de los gusanos que comen huesos y restos de los animales que van muriendo en el lecho marino. Philip Hoare, periodista y escritor apasionado del mar que escribe un pequeño ensayo en el catálogo, lo explica así. «'La tempestad' (de Shakespeare) deja a las claras que la muerte es la única transición verdadera, la transformación que nos pasamos toda la vida esperando». Según el autor de 'Leviatán o la ballena', el único en contacto directo con la misteriosa artista, Ellen considera que «la vida no está fija, se encuentra siempre en movimiento». La heraclitiana conviene con el griego que todo fluye, nada permanece. Cuenta de muchas maneras y en muchos soportes una historia conocida.

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La exposición, abierta hasta el 11 de septiembre, estará acompañada por un taller en julio de ambos creadores dirigido a artistas internacionales. Además el Centro Botín retoma su dedicación al dibujo con una muestra de los del escultor Juan Muñoz, de cuya obra recientemente celebró una antológica en Museo Patio Herreriano de Valladolid. El catálogo de Gallagher lo completan ensayos de la bióloga Helen Scales, el teórico cultural Manthia Diawara y la historiadora del arte Terri Gais.

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Ellen Gallagher & Edgar Cleijne. Centro Botín,Santander. Hasta el 11 de septiembre.

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