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«Oh, Dios, qué buena señora, si tuviera buenos vasallos». La vallisoletana María Jesús Pérez Martín le da la vuelta a la célebre frase del 'Poema del Mío Cid', y con ella a la imagen tradicional que la historia y el arte han divulgado de ... la reina católica María Tudor, popularmente conocida como 'Bloody Mary' (María Sangrienta) y presentada como paradigma de intolerancia, fanatismo y crueldad por la historiografía protestante. Y eso que la hija de Catalina de Aragón y Enrique VIII -nieta de Isabel la Católica- contó con el favor del pueblo inglés para llegar al trono y aún gozaba de él cuando lo abandonó, solo dos años después. La investigadora vallisoletana explica cómo fue posible darle la vuelta a su buena imagen pública mediante una concienzuda campaña de descrédito con escaso asiento real en los hechos.
El desprestigio de María Tudor y la persecución a la Iglesia católica irán en paralelo como estrategias de consolidación del poder real de su hermanastra y sucesora Isabel (hija de Enrique VIII y Ana Bolena). María Jesús Martín resume la gran paradoja de esta figura desconocida y vilipendiada. «Ha sido implacable y continua la persecución suscitada contra esta reina, a la que no cesan de presentar como perseguidora». El primer ariete propagandístico lo proporcionó el 'Libro de los mártires', de John Foxe, que es el inventor del mote 'sangrienta' que se atribuye a la hija de Catalina. Este y otros libros de la propaganda isabelina han sido convenientemente desmentidos por las evidencias históricas, pero en este caso, como en otros relacionados con la Leyenda Negra española, se demuestra que la fuerza de la propaganda es a menudo mayor que la fuerza de la verdad.
En realidad, el libro 'María Tudor. La gran reina desconocida' nace de ese desajuste entre imagen pública y realidad histórica. La autora explica en el prólogo que fueron historiadores y amigos ingleses los que, durante sus frecuentes visitas a Inglaterra, la animaron a escribir una semblanza que permitiera «devolver a María Tudor su verdad histórica». Y para ello dedicará más de dos décadas a investigar y escribir la obra de su vida. Un trabajo que abordará sin ninguna garantía de poderlo concluir, pues al poco de iniciado se le diagnosticará una grave enfermedad degenerativa. «Le dijeron que le quedaban unos pocos años y al final vivió veinte y pudo verlo terminado», recuerda su colaboradora Olga Jimeno Bulnes, que se encargó de revisar la edición y las notas y elaborar las genealogías y los índices. «El libro le supuso un gran esfuerzo. Yo iba al hospital a llevarle las pruebas de lo que me iba dando y ella lo revisaba una y otra vez». Pese a la enfermedad, pudo seguir viajando a Gran Bretaña y continuar la investigación, que no llegó a ver publicada. Este año se cumplen diez de la publicación de un trabajo que no solo destaca por su rigor, sino por su escritura amena y elegante.
'La gran reina desconocida' recrea la vida de penalidades de María Tudor, que pasa de ser la heredera legítima del rey Enrique VIII, a ser repudiada por el monarca, a causa de la negativa de su madre a legitimar sus pretensiones de divorcio. Sin embargo, llegó al trono en 1553 con el apoyo del pueblo y morirá en 1555 sin haberlo perdido. Hasta un año después de muerta ningún diplomático documenta vituperios contra la monarca y las baladas populares la ensalzan. Eso empezará a cambiar cuando Isabel dispare su artillería contra su predecesora obligando, por ejemplo, a que todas las parroquias tengan un ejemplar del 'Libro de los Mártires', que la denigra. Enseguida quedó claro que quien deseara medrar en la corte isabelina tendría que contribuir al escarnio de la reina muerta.
Pérez Martín destaca que, pese a la imagen difundida por la historiografía isabelina, María Tudor era una mujer culta, que hablaba varios idiomas, entregada con abnegación a su trabajo, compasiva, y que en sólo dos años impulsó reformas en la administración del Estado de las que luego se beneficiaría, y de las que se apropiaría, su sucesora. Entre ellas, la completa equiparación del poder de las reinas con respecto al de los monarcas varones. Su gran error, a juicio de la autora de 'La gran reina desconocida', fue su matrimonio con el rey de España Felipe II. Un enlace con quien era el único aliado con el que podía contar para enfrentarse a un entorno hostil, pero que fue interpretado como una entrega de la nación al enemigo. Un error que sería luego abundantemente utilizado por sus rivales.
Por otra parte, los datos no avalan su fama de represora sanguinaria, aunque represión hubo. Pero, como reconoce el historiador protestante Henry Clifford, en su 'Historia de la Reforma Protestante', había más de supervivencia política que de intolerancia religiosa en aquellas ejecuciones. «La auténtica verdad sobre estos mártires es que eran generalmente un conjunto de los desgraciados más malvados, que buscaban destruir a la reina y su gobierno (…) Ningún remedio suave podía contrarrestarlos», y añade que «esos medios se intentaron» sin éxito. La obra de María Jesús Pérez Martín derriba el muro de odio erigido contra María Tudor y permite que aflore la verdad, con toda su fragilidad emocional, de la persona histórica.
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