Duentes y hadas de mar de Pinares cuentan historias a los escolares en la biblioteca del colegio Santa Clara de Cuellar, Segovia, en una actividad previa a la pandemia. MÓNICA RICO

Cómo reforzar las bibliotecas escolares: fondos personalizados y alfabetización digital

Ana Ordás inaugura en el Museo de la Evolución de Burgos un curso que anima a definir estos espacios como «lugares abiertos de aprendizaje»

Víctor Vela

Valladolid

Lunes, 24 de enero 2022, 00:23

Ni aparcaderos de libros ni almacenes de lecturas perdidas. Ni un aula multiusos –que penas se usa– ni un recurso exclusivo para los recreos con lluvia. Las bibliotecas escolares tienen que convertirse, defiende Ana Ordás, en el corazón de los colegios e institutos. En el ... espacio que bombee conocimiento, pasión y curiosidad por el centro educativo.

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Así lo ha defendido en el Museo de la Evolución Humana de Burgos, donde durante este mes de enero –en colaboración con el Centro de Formación del Profesorado e Innovación Educativa (CFIE) burgalés– se celebra un ciclo de charlas para reflexionar sobre «la importancia de las bibliotecas escolares como espacio abierto de aprendizaje».

«Tienen que ser un lugar que fomente las liderentes alfabeticaciones (física, digital, en otros formatos)y, al mismo tiempo, han de concebirse como un espacio de acogida y conocimiento», defiende Ordás, diplomada en Biblioteconomía por la Universidad de Granada, licenciada en Documentación por la de Alcalá de Henares, divulgadora educativa y libresca.

Está cansada, dice, de esas bibliotecas que son cementerio de cuentos y novelitas, que se llenan con lotes de libros que nadie lee. Por eso, reinvidica, por encima de todo, la formación de «personal cualificado» que, con tiempo, se encargue de su gestión y dinamización.

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«Las colecciones tienen que estar adaptadas al currículo y a las características de los alumnos de cada centro»

ana ordás

Divulgadora educativa

«Sé que sería inviable que hubiera un bibliotecario en cada escuela, pero sí que se puede formar a profesores que, con tiempo suficiente, puedan crear un proyecto de biblioteca para su centro». «Con la apertura tres horas a la semana apenas se puede hacer comunidad. Es importante que se amplíen los horarios para organizar actividades de encuentro, que provoquen un diálogo entre los alumnos», propone.

¿Para hacer qué? «Por supuesto que tiene que haber actividades de fomento de la lectura. Pero no solo. Las bibliotecas tienen que ser espacios del siglo XXI donde no solo haya libros, sino también recursos digitales, multimedia, juegos narrativos de mesa. Y es importante que el alumno aprenda a utilizarlos.Ya no basta con la alfabetización tradicional. Ahora es también necesario formar para buscar, manejar y mantener un espíritu crítico respecto a la información que recibimos por Internet y las redes sociales», indica Ordás.

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Defiende que el espacio físico de la biblioteca (una sala con estantes, mesas y diversos volúmenes y colecciones)debe tener continuidad en una comunidad virtual que defina la personalidad de cada centro.

«Y también es importante apostar por el pensamiento lúdico:cómo hacer llegar a los alumnos el cambio que queremos para nuestra biblioteca». Los estudiantes, defiende, «deben ser partícipes de este cambio... y también de la creación de la propia biblioteca». Hasta ahora, asegura, ha sido habitual llenar estantes y armarios con fondos que, tal vez, no interesan mucho a los estudiantes, ni por sus aficiones ni por sus necesidades educativas.

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«Las colecciones tienen que estar adaptadas al currículo y al entorno de los alumnos. No todos los colegios son iguales y, por lo tanto, no todas las bibliotecas deberían serlo». Por ejemplo, en barrios y centros con amplia presencia de alumnado inmigrante habría que potenciar los fondos con libros que hablen sobre migraciones, diversidad cultural e, incluso, habría que decorar las estancias de la biblioteca con carteles o paneles que den la bienvenida en varios idiomas. «El objetivo de todas estas acciones será generar hábitos de lectura que permitan fomentar el espíritu crítico hacia lo que se consume. Y eso, tan importante en la vida adulta, hay que empezar a hacerlo en la escuela».

Pone como ejemplo en el que mirarse la gestión de las biblitecas escolares de Extremadura y, especialmente, Galicia, donde se ha apostado más por la formación de profesionales, que ha desembocado además en la creación de una asociación de bibliotecarios escolares. En Castilla y León, la Junta dispone de varios recursos para fomentar las acciones de las bibliotecas.

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Ordás ha sido la primera participante de un curso con seis encuentros en el que se reflexiona en torno a cómo diseñar proyectos de dinamización de bibliotefcas, con un foro de intercambio de ideas entre profesionales. «Hay que cultivar actividades positivas en los alumnos respecto a la cultura, la lectura, la escritura y el manejo de información». Por ejemplo, a través de escritura creativa, poesía visual, 'gamificación', debates, espacios y rincones atractivos.

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