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Una 'Psicosis' sin cortes para celebrar sus 60 años
Imágenes inéditas ·
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La nueva versión de la película que cambió el cine recupera planos perdidos que subrayan la novedad que supuso su apuesta por la violencia explícitaEl 60 aniversario de 'Psicosis', la película de Alfred Hitchcock que cambió la historia del cine, ha permitido recuperar una 'versión sin cortes' que acaba de comercializarse por primera vez esta misma semana. Conviene aclarar, para evitar desengaños, que no estamos ante una 'versión alternativa' ... de la película, ni ante cambios que aporten novedades sustanciales. A lo que asistimos es a la recuperación de una serie de planos amputados, que no alteran la percepción de la película, ni su tono. Ahora bien, una vez en su sitio, la película ya no puede concebirse sin ellos. En todo caso, ninguna novedad relativa a un film como este, de dimensiones míticas, puede considerarse pequeña. 40 años después de muerto, Hitchcock sigue dispuesto a sorprendernos.
La historia de 'Psicosis' es una prueba más de cómo, a veces, la libertad de criterio y la ruptura de las convenciones puede ser compatible con el éxito masivo. La historia de Norman Bates fue, sin duda, la más arriesgada de toda la carrera del director de 'Sospecha' y, sin embargo, a la postre fue su mayor éxito comercial y una de las películas que se han quedado más grabadas en la memoria emocional de los espectadores.
Tras 'Con la muerte en los talones', Hitchcock veía amenazado su trono como 'rey del suspense' por algunos jóvenes directores europeos, como Henri Georges Clouzot o Jules Dassin, que pujaban fuerte por ocupar su lugar. Había cumplido 60 años y muchos pretendían encaminarlo hacia una gloriosa jubilación como jarrón chino de la historia del cine. Pero el realizador británico no se resignaba a ese papel. Quería seguir sintiéndose vivo, y decidió apostarlo todo a una carta diferente, más rompedora, más experimental en las formas, y más libre.
Corría el año 1960 y la sociedad estadounidense estaba en un proceso de cambio que se haría explícito solo unos pocos años después. Emergía el movimiento de los derechos civiles y las convenciones morales se resquebrajaban, pese a la vigencia de la censura. El mundo había dejado de ser un lugar hermoso para vivir. También podía ser cruel. Hitchcock intuyó que era el momento para ir más allá en el mundo del cine. Y en 'Psicosis' ensanchó los límites de lo posible, no sin librar una doble batalla con la censura y con su propio estudio, la Paramount, que se negó a financiar una película de apariencia tan 'sucia' –y que terminaría pagando el director de su propio bolsillo– y para la que, más tarde, una vez terminada, planificó una distribución limitada, temerosa de que fuera un fracaso. Y es que 'Psicosis' iniciaba una nueva línea de tratamiento del sexo, más natural, si bien no por ello exento de erotismo, y también rompía tabúes en la representación formal de la violencia, que se volvía más explícita y cruel. Eso por no hablar de otras novedades más anecdóticas, pero que en su momento causaron sorpresa, como la aparición en pantalla del primer inodoro del cine americano.
Las imágenes recuperadas guardan relación justamente con esta ruptura. Se trata tan solo de 16 segundos nuevos en una película de 109 minutos, pero no puede decirse que sean irrelevantes. Afectan a tres escenas clave de la película. Curiosamente, no a la célebre e icónica escena de la ducha, lo más transgresor del film tanto desde el punto de vista formal como desde lo moral, pero que el director logró salvar gracias a su inteligencia y su astucia para sugerir más que mostrar, sin dejar de mostrar lo suficiente.
La primera escena 'sin cortes' es aquella en la que Norman Bates contempla, desde un agujero oculto, como la nueva inquilina de su hotel, Marion Crane, se desnuda en su habitación antes de meterse en la ducha. En la versión conocida hasta ahora, se veía a Janet Leigh en sujetador y, justo cuando hacia amago de desabrochárselo, la cámara cortaba para mostrarnos a Anthony Perkins usurpándonos el placer del mirón. Cuando la imagen volvía al interior de la estancia, Janet Leigh ya estaba en bata. Pues bien, los segundos recuperados nos muestran a la actriz desabrochándose el sujetador, si bien la imagen sigue jugando a la sugerencia, pues se corta justo antes de poder ver nada.
En una segunda escena, cuando Norman Bates retira el cuerpo del baño, hay un momento en el que se mira las manos y las ve cubiertas de sangre. En la versión conocida hasta ahora este era un plano breve, mientras que ahora se ha extendido, lo que acentúa el carácter repulsivo del crimen. Su gesto posterior de lavarse compulsivamente en el lavabo, adquiere más sentido ahora que hemos podido tomar conciencia de la profundidad, cuantitativa y cualitativa, de la mancha que muestra la escena.
El tercer corte recuperado tiene que ver también con la violencia y afecta al asesinato de Arbogast, el investigador privado que acude al Hotel Bates en busca de la desaparecida Marion Crane. Como recordarán los aficionados, Arbogast sube inocentemente las escaleras y es asaltado por sorpresa por 'la madre', que le asesta una primera puñalada y le hace caer. Una vez abajo, en la versión conocida hasta ahora le propina una puñalada más y otra que se intuye, mientras que ahora son cuatro las que recibe, lo que acrecienta el salvajismo del crimen y hace más explícita su violencia.
Las imágenes recuperadas proceden de una versión alemana de la película, que no había sido mutilada, y que ha podido usarse para la nueva versión que comercializa ahora Universal.
Vistos desde la perspectiva de hoy pueden sorprender los cortes, más que probablemente debidos a la censura, pero denotan el terreno peligroso en el que Hitchcock se estaba moviendo en los años 60. Las reacciones histéricas de los espectadores ante la escena de la ducha, con algunos corriendo por los pasillos presa del pavor, evidencian que el director había logrado romper la distancia entre la pantalla y las butacas. En cierto modo, los espectadores de la época se sintieron de nuevo como aquellos pioneros que contemplaron 'La llegada de un tren', de los hermanos Lumiere, y se apartaron asustados pensando que se les venía encima la locomotora. Décadas después fueron nuevamente sorprendidos, esta vez de forma completamente premeditada, pero no por ello menos satisfactoria. Y es que, tras la sorpresa y el pavor inicial, se dibujaba una enorme sonrisa de satisfacción en sus rostros. Ese tipo de sonrisa que aparece cuando, pasado el susto, uno siente que ha vivido una experiencia única y excitante. Bastaron aquellas primeras sesiones para saber que 'Psicosis' sería un éxito sin precedentes.
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