MARÍA ESTÉVEZ
Viernes, 19 de febrero 2016, 11:19
Michael Fassbender (Heidelberg, Alemania, 1977) sólo recibe elogios de los directores con los que trabaja. "Nunca antes había trabajado con alguien que hiciera el recorrido que realizó Michael con semejante capacidad de entrega", ha declarado Danny Boyle, que ha dirigido al actor germano-irlandés en 'Steve Jobs'. Una interpretación que le ha situado en la carrera por el Oscar. Es su segunda candidatura tras 'Doce años de esclavitud', para el alumno más aventajado de Daniel Day-Lewis. Su interpretación de Bobby Sands en la desgarradora 'Hunger' (2008) fue el comienzo y 'Steve Jobs¡, el último escalón hasta la fecha.
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¿Cómo entiende a Steve Jobs?
Jobs cambió nuestras vidas. El transformó por completo la forma en que funcionaba el mundo, la manera de comunicarnos e interactuar, de ver cine, escuchar música e incluso de hacer la compra. Alguien con esa influencia en nuestras vidas merece cierta atención.
¿Cuesta aprenderse un guion escrito por Aaron Sorkin?
Eran casi 200 páginas de diálogo rápido. El ritmo de Aaron es muy particular y pasé muchas horas solo trabajando con el guion. Por suerte, Danny tuvo la brillante idea de añadir un amplio periodo de ensayo antes de rodar cada acto. Es algo que ocurre poquísimo, casi nunca. Se lo agradeceré eternamente, jamás habría podido filmar a esa velocidad sin haber ensayado antes.
¿La película es un drama griego, una obra de Shakespeare?
Es un drama maquiavélico. Puede que algunas vertientes de la personalidad de Jobs fueran crueles. ¿Realmente era necesario tratar a la gente así? Puede que no. Pero la personalidad y los logros van unidos. En ciertas ocasiones hay que provocar y manipular. Como actor, sé que los realizadores emplean esas tácticas algunas veces. Si llevo muchas horas trabajando, pierdo la paciencia mucho más deprisa, y Steve trabajaba muchas horas sin descanso. Hicieron jornadas de veinte horas las tres o cuatro semanas anteriores al lanzamiento del Macintosh. Ya se sabe, en cualquier negocio, si uno está quieto demasiado tiempo, la competencia le deja atrás. Jobs era muy consciente de que debía avanzar constantemente. ¿Cuántos días de vacaciones se tomó en 40 años? No creo que muchos. Tenía una visión, y pasó cuatro décadas persiguiéndola; me parece toda una hazaña. Tuvo la capacidad de perseguir esa visión durante décadas. No todo el mundo resiste tanto sin ser pisoteado en el camino.
Un proyecto de estas características necesita un buen director de orquesta.
Danny (Boyle) es un hombre positivo, lleno de energía y que siempre anima. Creo que inyecta esas tres cualidades a sus narraciones. La energía que aporta al trabajo de cámara es de suma importancia para una película como ésta, donde los personajes hablan mucho durante dos horas. Danny viene del teatro, empezó allí y entiende el mundo de la palabra.
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"Conocí a sus colaboradores"
Kate Winslet es su fiel escudera. ¿Trabajó cómodo a su lado?
Le debo mucho a Kate. Recuerdo la primera lectura conjunta antes de los ensayos. Ella ya había construido el personaje, el acento era muy leve, impecable. Pensé: "Lo tengo crudo". Es inimitable como intérprete. Luego, a la hora de rodar, lo pasamos muy bien. Sabes que está ahí para ti, que va a provocarte para que des lo mejor de ti mismo, que responderá a tu interpretación en vez de quedarse rígida, sin modificar un ápice las decisiones que tomó antes de rodar la escena.
¿Qué opinión tenía de Jobs antes de rodar la película?
No tenía una idea formada sobre su persona. Sabía quién era, pero no soy un hombre a quien le interese la tecnología. De hecho se me da bastante mal y todo lo que aparece en el filme era nuevo para mí. Lo que más me impresionó fue tener la oportunidad de conocer a sus colaboradores. Gente como John Sculley, Joanna Hoffman, Andy Hertzfeld y cómo Jobs cambió sus vidas. Él tuvo mucha influencia en sus vidas e incluso siguió influyendo en ellos una vez muerto. Es curioso que Jobs siga tan presente para ellos y, aunque su relación con él fue difícil, existe una permanente tristeza en ellos por todo el amor que le profesaban. Eso fue algo que se quedó conmigo. Obviamente la relación con John Scully no terminó bien y aun así le respetan mucho.
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¿Cómo preparó el personaje?
Estudié a Ashton Kutcher (bromea). No, en serio. Vi muchas imágenes sobre él antes de empezar el rodaje. Digamos que viví con él durante esos meses, investigando su trabajo, su vida, su personalidad. Luego, al terminar, decidí limpiarme y olvidarlo para preparar mi siguiente trabajo y quedar atrapado dentro de Jobs. Me sorprendió mucho el hombre, todo lo que ha logrado, lo que le ocurrió; cómo enfermó y se enfrentó a ello. Cómo su distorsión de la realidad le arruinó al final cuando fue diagnosticado. Pero, a pesar de todo, fue un hombre que creía que podía cambiar el universo y lo consiguió.
¿Sintió en algún momento que era dueño del personaje?
Es complicado, porque todo el mundo tiene una idea hecha del personaje. Jobs era un tipo reconocido internacionalmente. Fue al final, cuando terminamos el rodaje, cuando sentí que dominaba el papel. Pero ya era tarde (se ríe).
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