Fue la edición milagro. La Seminci estuvo al borde de la extinción en 1978. Al desaparecer el Ministerio de Información y Turismo quedó al albur del Ayuntamiento. No había de dónde sacar los 14 millones de pesetas presupuestados. Se pospuso de abril a junio y finalmente se celebró del 25 de noviembre al 2 de diciembre.
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El Ayuntamiento arropó la Semana y constituyó un Comité de Dirección. El alcalde, Manuel Vidal, llegó a decir a este diario que «en la Semana tiene que haber un 50% de películas de izquierdas y de derechas». A pesar de todo, el certamen siguió: Programó dos ciclos de cinematografías desconocidas –la japonesa y la india–, se debatió sobre el futuro de los festivales –con similares conclusiones a las que emanan del mismo debate hoy– y estuvieron represenatdos 25 países. La efervescencia política tuvo consecuencias negativas. Fernando Herrero, miembro del comité de dirección y crítico, le dicía a César Combarros en el libro de los 50 años del certamen; «La gente no acudía a las salas, en esos años todo el mundo estaba en la calle». La Semana terminó con polémica por la lectura de un comunidaco en el consisorio. Un ultraderechista agredió al corresponsal del 'Diario de Burgos', Jesús Manuel Payno, y el alcalde se negó a permitir el acto de repulsa.
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