Agapito Ojosnegros
Peñafiel
Viernes, 18 de noviembre 2022, 00:07
Siete veces la ciudad vaccea de Pintia se redujo a cenizas y siete veces renació. El fuego dejó una huella indeleble en el hábitat urbano ubicado en el pago de Las Quintanas de Padilla de Duero. Esa huella será de gran utilidad para datar con ... más precisión, a través de paleomagnetismo, las diferentes épocas del asentamiento.
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El director del yacimiento de Pintia y del Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg (UVA), Carlos Sanz, explica que «existen siete niveles de destrucción por incendios y colmatación sucesiva sobre los escombros» de la urbe. Este verano se retomó el trabajó en Las Quintanas después de 15 años, cuando se excavó una trinchera con la que se estableció la primera secuencia completa del asentamiento. Salió a la luz un pozo artesiano que los romanos utilizaron de escombrera, un gran hoyo «que es una ventana abierta a toda la estratigrafía de la ciudad». En sus paredes el tiempo queda retratado en capas definidas que ahora se tratarán de datar, algo que hará el grupo de paleomagnetismo del Departamento de Física de la Tierra y Astrofísica de la Universidad Complutense.
Al frente del mismo está Javier Pavón, profesor titular del Departamento de Física de la Tierra y Astrofísica. Pavón explica que «lo que hacemos es tomar muestras de estructuras arqueológicas que han sufrido un calentamiento. En ellas el campo magnético de la Tierra ha quedado registrado en el momento del último calentamiento y enfriamiento, por lo que si podemos acceder a estas estructuras y muestrearlas, luego, en el laboratorio, podemos medir el campo magnético que ha quedado registrado. Podemos saber cómo era el campo magnético del último enfriamiento o calentamiento de la estructura. En este caso, si son del siglo II o III a. C. podemos conocer el campo magnético de Pintia en esa época».
El paleomagnetismo se basa en el principio de la variación del norte magnético terrestre a lo largo del tiempo y la huella que ese cambio deja en estructuras arqueológicas.
«Existe una base de datos arqueomagnéticos que permite construir modelos de campos geomagnéticos. El modelo para la Península Ibérica define cómo ha variado el campo magnético en el tiempo, y con él datar. En Pintia tomamos muestras cuya edad no se conoce o se conoce relativamente en un intervalo temporal. La idea es hacer un estudio arqueomagnético para poder datar con las curvas de variación paleosecular del campo magnético que ya están definidas para Iberia en ese periodo y, así, obtener una datación estimada de la estructura». Concretamente, especifica, «en el primer milenio antes de Cristo la intensidad del campo magnético terrestre ha sufrido una gran variación con un gran máximo en la Península, y una caída brusca hasta en el primer siglo de nuestra era, por lo que la intensidad quizá sea un buen elemento para tratar de obtener una datación precisa». Además, «tenemos la sucesión de estratigrafías, y si podemos muestrear en todas ellas podemos definir incluso un orden cronológico y relación entre ellas, lo que sería una buena ayuda para poder establecer o fijar la edad de los estratos muestreados en Pintia».
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