Parece que el origen de la expresión se encuentra en las cartas que el mariscal francés Joaquín Murat dirigió al infante don Antonio Pascual de Borbón y a la llamada Junta de Gobierno de España tras los sucesos del dos de mayo de 1808.
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Era costumbre protocolaria de la Casa Real que a los Grandes de España y a los miembros de la nobleza se les diera el tratamiento de Primo del Rey. Por eso, el general Murat escribió al infante don Antonio, que a la sazón presidía la Junta Suprema de Gobierno por designación de Fernando VII (al que se las ponían así), con este encabezamiento: «Señor primo».
Lo que seguía era una serie de presiones para que este tomara medidas impopulares que causarían descontento en el pueblo, como así ocurrió, además de amenazar con pasar por las armas a quien se resistiera a la ocupación. El infante don Antonio cedió a los deseos del general y quedó como un incauto. De ahí el origen de esta expresión, hacer el primo, para referirse peyorativamente a una persona incauta o pardilla que ha sido engañada o manipulada, a quien se le ha tomado el pelo.
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