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Si no hubiera sido por el proyecto de conversión de la N-120 en la autovía A-12 Camino de Santiago, la necrópolis de Grañón (La Rioja) posiblemente nunca se hubiera descubierto. Y bajo tierra se habrían quedado el casi un centenar de tumbas, con sus correspondientes restos humanos, cuyo estudio nos permitirá ahora saber un poco más sobre la población que habitó la zona siglos atrás. Su alimentación, sus patologías, la mortalidad infantil y otros aspectos sociológicos seguirán aportando conocimiento al estudio de la Antigüedad y la Edad Media en España.
La necrópolis de Grañón, el último municipio riojano antes de adentrarnos en tierras burgaleses por el Camino de Santiago (y a menos de cinco kilómetros de Redecilla del Camino), ha salido a la luz en estos últimos días del mes de julio. Se trata de una necrópolis tardoantigua o altomedieval, de los siglos VIII al X, explica el arqueólogo Luis Villanueva, de la empresa Antequem, arqueología y medio Ambiente, encargada del proyecto de excavaciones. En ella se han encontrado 110 contextos arqueológicos, de los cuales, entre 90 y 95 son tumbas de inhumados.
Son fosas simples, en algunos casos antropomorfas, cubiertas con lajas de caliza y orientadas de este a oeste. Los restos, de adultos y de niños, están enterrados con la cabeza orientada hacia el naciente. Se encuentran boca arriba, con las manos sobre el pecho y cruzadas. «Es una clásica necrópolis cristiana, con dos etapas bien diferenciadas, una tardoantigua y otra altomedieval», apunta Villanueva, quien destaca la singularidad del hallazgo. El yacimiento es «espectacular», admite, muy relevante históricamente pero también muy llamativo visualmente.
Se ubica junto a la N-120, en pleno Camino de Santiago, y la excavación abarca una extensión de 2.000 metros cuadrados. Los trabajos empezaron a finales de junio y, pese a la expectación que ha levantado el hallazgo, los arqueólogos ya sabían lo que buscaban. La excavación se enmarca en los trabajos del estudio de impacto ambiental para construir el tramo Santo Domingo de la Calzada-Villamayor de los Montes de la A-12. Cuando se proyectó el trazado de la autovía ya se sabía que allí había un yacimiento arqueológico y que tocaba excavar para sacarlo a la luz.
Es el trabajo que se está haciendo ahora. Primero se ha hecho una fotonometría completa de la necrópolis y, ahora, se están excavando las tumbas. Todo ello documentado desde el primer momento. Luego se retirarán los restos y se llevarán a gabinete para su estudio. En el lugar solo quedarán las fosas vacías y, dado que están excavadas en arcilla, es imposible conservarlas. Sin embargo, el trabajo de fotonometría realizado permitirá una futura reconstrucción de la necrópolis si se apuesta por un proyecto museográfico, apunta el arqueólogo.
La necrópolis es «muy interesante y nos va a dar información valiosa», asevera Luis Villanueva, dentro del estudio antropológico y cronológico que se realizará ya fuera de la excavación, con los restos recuperados. Se espera que en poco más de una semana se pueda dar por concluido el trabajo de campo, lo que daría luz verde a continuar con las obras de la A-12, que no se van a ver afectadas por la excavación. Ya estaba prevista, insisten desde la Delegación del Gobierno en La Rioja, y la nueva autovía no pasa por encima de la necrópolis, sino que es adyacente.
El arqueólogo Luis Villanueva recuerda que, desde que se diseñó el trazado de la Autovía del Camino de Santiago, se conocía la existencia de la necrópolis. Si se hubiera querido preservar en el lugar, este trazado se habría modificado. No es así pues sus propias características lo impiden. «La arqueología es una ciencia destructiva. Para documentar tenemos que levantar las tumbas», admite, pero la investigación posterior aportará mucha información valiosa. Además, todo el proyecto está supervisado por la Dirección General de Cultura del Gobierno de La Rioja.
Villanueva insiste en que no estamos ante la disyuntiva de progreso o arqueología, pues ambos son complementarios. El 95% de los hallazgos arqueológicos realizados en los últimos treinta años han sido fruto de la realización de infraestructuras públicas, y gracias a las diferentes leyes de patrimonio, ahora se conservan y protegen los hallazgos. Ante un descubrimiento, lo primero es conservarlo en su lugar, pero si no se puede toca buscarle alternativa de ubicación. Y si por sus características es imposible, se documenta y se protege. Así se va avanzando en la historia.
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